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"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo V. Under my Skin (Parte 1)

Tragué saliva antes de responder. Aquella chica me daba muy mala espina.
           
— Sí, yo soy Victoria.
           
La tal Emma ensanchó su sonrisa despectiva antes de replicar:
           
— Tan adorable como un pudín de cerezas.
           
El desprecio y la ironía que destilaba su voz me atravesó como un rayo.
           
— Y tú tan agradable como Jack el destripador — replicó Tom, igualando su tono desafiante.
           
Emma fulminó a mi amigo con la mirada, pero aquello no lo amedrentó. Saltaba a la vista que aquella no era la primera vez que discutían.
           
“¿Es que aquí la gente se pasa el día discutiendo y peleándose?”, preguntó la vocecilla inocente de mi mente, ésa que nunca quiso salir de España.
           
— Emma, ¿has limpiado ya el almacén? — intervino entonces mi tío Marty, intuyendo que se mascaba la tragedia.
           
La tal Emma negó con la cabeza, soltando un suspiro airado. Marty acababa de fastidiarle la diversión.
           
— Pues entonces te aconsejo que lo hagas. Te pago para que trabajes, no para que te pases el día incordiando a los demás.
           
Tom y Leonard rieron por lo bajo ante aquella salida de mi tío Marty. Yo, sin embargo, permanecía de pie, en mitad del bar con todos los músculos de mi cuerpo crispados. ¿Es que nadie podía comportarse conmigo de una manera medianamente normal en aquel bar?
           
— Ey, Vicky, vamos a sentarnos en aquella mesa — me sugirió Tom, al tiempo que señalaba una de las mesas del fondo del local con la mano.
           
Yo asentí con la cabeza y arrastré los pies hasta allí, con los brazos cruzados en el pecho y la cabeza gacha, sin ganas de mirar a nada ni nadie en concreto. Fue entonces cuando recordé que llevaba dos días en un país extranjero, en un continente extranjero. Y todavía no había llamado a mis padres para hacerles saber que me encontraba bien.
           
Claro que eso de que “me encontraba bien”, tampoco era del todo cierto. En los dos días que llevaba allí había experimentado sentimientos diferentes al hastío, el tedio y la indiferencia, y eso al menos era un cambio en mi agenda. Claro que ¿se podía considerar como un cambio positivo? ¿Acaso el miedo, la ansiedad, la furia, la inseguridad o la culpabilidad entraban en la categoría de “sentimientos positivos”?
           
Respiré hondo con fuerza, y tragué saliva. No todo estaba siendo tan malo al fin y al cabo. Ahora tenía dos nuevos amigos. Estaban colgados, sí. Pero al menos a ellos les caía bien. Y lo que era más importante, me trataban como a una persona, no como a un simple trapo.
           
Victoria what do you want to drink, coffee or tea? Maybe you prefer an orange juice. Victoria, are you listening to me?
           
La voz de Tom me sacó de repente de mis cavilaciones. Aunque lo cierto era que no había oído una sola palabra de lo que había dicho. Sólo había percibido un zumbido, una maraña de sonidos en otro idioma que mi mente se negaba a reconocer o entender. Aquél era uno de aquellos días en los que hablar en un idioma diferente al tuyo te cuesta más que la misma vida.
           
Sorry — repliqué, visiblemente avergonzada —, what did you say?
           
Las palabras me salían con una pronunciación de lo más cutre. Nunca en mi vida se me había notado tanto mi acento español. Mis amigos me recorrieron con una mirada divertida. Seguramente hasta se habían olvidado de que no era americana.
           
I asked you what you wanted to drink.
           
Mi cerebro procesó la información lentamente, como si jamás en mi vida hubiese conocido el idioma inglés. ¿Qué puñetas me pasaba hoy?
           
I want a coffee, please — repliqué, sin mucha convicción.
           
Tom asintió con la cabeza y me dedicó una sonrisa amable, antes de dirigirse a la barra a pedir nuestro desayuno, dejándome sola con Leonard.
           
Are you feeling good, Vicky? — me preguntó el pelirrojo, preocupado.
           
I’m not sure — repliqué con sinceridad.
           
You miss your family and your country.
           
No era una pregunta. Estaba convencido de que todo mi malestar se debía a que echaba de menos a los míos. Sin duda, era la explicación más lógica. De no ser porque no echaba en falta ni tan siquiera la paella de mi abuela. Pero supongo que para una persona normal como Leonard, que seguramente tenía una familia normal, unos amigos que lo querían y a los que él quería, y una vida más o menos feliz, lo más lógico era pensar, que cualquiera que dejara su país echaría de menos sus raíces.
           
I guess — repliqué, pues no sabía qué más decir.
           
El pelirrojo se quedó mirándome como si fuera un bicho raro. No podía reprochárselo, pues me estaba comportando como tal.
           
I understand if you don’t want to talk ‘bout your problems. I won’t do it either. But I want you to know that I’m your friend, and you can trust me. I’m not gonna judge you, ‘cause I’m the last person in the world with a perfect life.
           
Tal vez estoy incluyendo demasiados diálogos en inglés, ¿verdad? Si es así, os ruego que me disculpéis. A veces me dejó llevar demasiado por los recuerdos de esta época, y me temo que éstos, están todos en inglés. Lo que Leonard quiso decirme fue que comprendía que no quisiera hablar de mis problemas, pero que podía considerarlo mi amigo, y que por tanto, podía confiar en él. Que él no iba a juzgarme, pues era la última persona del mundo con una vida perfecta.
           
— Lo sé, Leonard. Gracias — repliqué, esbozando una enorme sonrisa.
           
Al cabo de unos minutos Tom regresó a la mesa con nuestro desayuno. Empezamos a comer, y los chicos no tardaron en sacar su tema preferido de conversación: la música.
           
— No estoy diciendo que Queen no sea un buen grupo, Leonard. Sólo digo que los últimos discos son bastante flojos.
           
— Sí, vale, en eso te doy la razón. Pero aún así, tienes que reconocer que son uno de los grupos más grandes de la historia del rock.
           
Tengo que admitir que verlos discutir era todo un espectáculo. Cada uno trataba de rebatir los argumentos del otro con vehemencia, con pasión. Como si les fuera la vida en ello. Jamás había visto a alguien tan dispuesto a defender algo con tanto ahínco como ellos. Y mucho menos por un tema tan trivial como lo era la música. Claro que, para ellos, no era un tema trivial.
           
— A mi padre le gusta mucho Queen — intervine yo de repente, sin que nadie me hubiera preguntado mi opinión —. Dice que Freddy Mercury tiene la voz más prodigiosa que ha escuchado jamás.
           
Leonard esbozó una sonrisa triunfante.
           
— ¿Lo ves, Tommy? Vicky me da la razón.
           
Tom fulminó a su amigo con la mirada.
           
— Sí, eso parece.
           
Todos empezamos a reír al unísono, como si acabáramos de escuchar un chiste de lo más divertido. Cinco segundos después, sin embargo, dejamos de reír súbitamente. Iuta acababa de llegar al bar.
           
Yo tragué saliva con dificultad y clavé la mirada en el suelo. Tom, sin embargo, me levantó la barbilla con su dedo índice y me dijo con un tono de lo más dulce:
           
— Tú no tienes que esconderte de nadie. Es ella la que debería estar avergonzada por lo que te dijo.
           
Leonard estuvo de acuerdo con su amigo y le sostuvo la mirada a la rubia, en actitud desafiante. Se mascaba la tragedia de nuevo. Sin embargo, en lugar de mandarlo a un sitio poco agradable, la rubia apartó la mirada, como si se sintiera avergonzada. Tom y Leonard se miraron el uno al otro, incrédulos. Yo tampoco entendía su actitud. Y nuestra confusión no hizo sino aumentar, cuando la rubia se dirigió con pasos raudos hacia nuestra mesa.
           
Mis dos amigos se pusieron en posición de ataque, preparados para enfrentarse a la alemana si se daba el caso. Sin embargo, yo encontraba esa actitud de lo más innecesaria. Iuta parecía tan mansa como un corderito aquella mañana.
           
— Hola, chicos — nos saludó, sin levantar la vista del suelo —. Me gustaría disculparme por lo del otro día. Victoria — dijo, levantando la mirada hacia mí —, siento mucho cómo te trate. Fui muy injusta contigo. Tú no tienes la culpa de nada… — mientras me decía esto, una lágrima solitaria se deslizaba por su ojo derecho. Una lágrima tan solitaria y desamparada como ella misma parecía sentirse en aquellos momentos —. También me gustaría disculparme contigo, Leonard — ahora desvió su mirada hacia el pelirrojo —. No debí… Bueno, quiero decir…
           
— Sé lo que quieres decir — replicó el pelirrojo, cortante —. Y éste no es el momento ni el lugar para hablar de ello.
           
— No — reconoció ella —. Tienes razón. Aún así, quiero que sepáis que me arrepiento profundamente de todo el daño que os he causado.
           
Sus palabras parecían sinceras. Al igual que sus lágrimas. Leonard, sin embargo, la contemplaba escéptico, como si ya hubiese contemplado esa escena otras veces. Tom permanecía impasible, como si aquella conversación le importara lo más mínimo. Y en cierto modo, así era.
           
— Por mí todo está olvidado, Iuta — repliqué con una débil sonrisa. Después de todo, no se puede estar enfadado con alguien a quién apenas conoces, ¿verdad?  
           
La alemana me devolvió la sonrisa de buena gana. Después, poniéndose su delantal de camarera, dijo:
           
— Voy a ponerme a trabajar. Si necesitáis cualquier cosa, ya sabéis dónde estoy.

           
No nos quedamos en el bar mucho tiempo después de la disculpa de Iuta. Algo me decía que los chicos no habían visto con buenos ojos que la perdonara.
           
“Me da igual lo que crean”, pensé. “Esa chica parece buena persona. Lo de la otra mañana fue sólo… Tal vez… Seguramente tuvo un mal día”.
           
En cuanto llegué a casa, llamé por teléfono a mis padres. Seguramente estarían furiosos porque no les había llamado antes.
           
“Podrían haberme llamado ellos a mí”, pensé con sarcasmo. “Sí, claro”, contestó la voz cínica de mi mente. “¿Y gastarse un pastón, verdad?”
           
Mi madre contestó al segundo tono. Su voz era tan comedida y fría como siempre. Nunca dejaba que nada la conmoviera. Nunca mostraba sus emociones. Era tan tiesa como el palo de una escoba.
           
— ¿Qué tal van las cosas por allí? — preguntó. Aunque por el tono de su voz se apreciaba que no le importaba lo más mínimo.
           
— Muy bien — repliqué con tono cortante. Aquella conversación estaba empezando a cansarme, y eso que apenas habíamos intercambiado dos frases —. ¿Puedes pasarme a Paula, por favor?
           
Mi madre aceptó con desgana. Tras unos segundos de silencio, se oyeron los apresurados pasos de mi hermana, que seguramente venía desde su cuarto hacia el salón, donde teníamos el teléfono.
           
— ¡Victoria! — gritó con voz jadeante cuando se puso al teléfono.
           
Su dulce voz actuó como un bálsamo, calmando toda la tensión que mi cuerpo había experimentado por la “conversación” con mi madre.
           
— ¿Cómo estás, pequeñaja? — pregunté, incapaz de sonreír.
           
— ¡Te echo mucho de menos! ¡¿Cuándo vas a volver?!
           
— En unos meses, cariño.
           
— ¡Jo! Pues entonces yo quiero irme contigo.
           
Aquella repuesta me hizo soltar una carcajada divertida. Sí, sin duda mi madre iba a estar encantadísima con esa idea…
           
Estuve hablando un rato más con mi hermana. Lo cierto es que ella era la única persona a la que echaba de menos. Y la única que me echaba de menos a mí. También hablé con mi padre, pero no demasiado, porque tenía trabajo que hacer. Como siempre. No importa en qué país o en qué continente estés. Hay cosas que nunca cambian.
           
Cuando colgué el teléfono me sentí aliviada. Las vacaciones, aunque no estaban yendo todo lo bien que cabía esperar, eran infinitamente mejor a estar en casa.
           
Subí al baño a darme una buena ducha, y cuando terminé, me fui a la cocina a buscarme algo de merendar. Justo en ese momento, llamaron a la puerta.  

9 comentarios:

  1. Por que lo dejas asiiiii, no es justo, ¿quien será? xDD Me muero de curiosidad, espero muy pronto el siguiente capitulo.
    Muchos besos.

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  2. Uy, pues pobre Paula, ¿no? ¡Victoria la ha dejado sola con dos ogros de padres! Menudas vacaciones para la chiquilla...
    Pero el capítulo ha estado bien, ya intuía yo que la historia entre Vicky y Iuta no había acabado... ¡Espero el siguiente!

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  3. Yo estoy de acuerdo con Leonard sobre Queen *-* Ese hombre parece intentar caerme bien x'D. El capítulo no ha estado nada mal, no voy a enrollarme como una persiana como pasó en el anterior. Discúlpame.
    Decirte que me ha gustado mucho, concuerdo con Atanila Sirabar, pobre Paula... Pero bueno.

    Seguiré leyéndote. Un saludo^^

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  4. Mm Luta disculpándose?
    Esperemos que haya sido una disculpa sincera..
    En fin ¿Quién ha llamado a la puerta?

    Publica pronto guapa.
    Besos!

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  5. ¡Me ha encantado, Athenea! Además, el final lo has dejado muy interesante. Tengo ganas de más, así que ya sabes: publica pronto. <3
    ¡Un beso!

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  6. Bueno, chicas, pues me alegro de que os esté gustando el capítulo. Sí, Leonard tiene buen gusto para la música, y yo también estoy de acuerdo con él en lo de Queen XD. En cuanto a Paula, sí, lo cierto es que no lo va a tener fácil con sus padres... Y la respuesta de quién llama a la puerta... ¡¡En el siguiente capítulo!!

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  7. me as dejado en ascuas quien a llamado a la puerta y desde luego con luta no se que pensar si abra sido sincera o no besos

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  8. Ainsss pobrecita Paula, no me extraña que se quiera ir con Vic XD Y la alemana.... seguramente se guarde un as en la manga pero bueno, me parece muy rica. Un besazo y esperaré el siguiente!!!

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  9. Dios... van a tener que poner un cartel en la puerta: "No molesten a Victoria en los proximos 5 minutos"... a la pobre no la dejan ni ducharse... :P wee me voy a por el siguiente!

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