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"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

lunes, 25 de abril de 2011

Capítulo VII. Nothin' But You (Parte 1)

Leonard
Los primeros rayos de sol me despertaron a la mañana siguiente, devolviéndome paulatinamente a la realidad, gracias a Dios. No. No gracias a Dios. Hacía tiempo que no tenía nada que agradecer a ese cabrón sin escrúpulos.
           
Me levanté de la cama con dificultad y lentitud. Me dolían todos los músculos de mi cuerpo. Pero poco podía hacer yo para remediar esa situación. “Tienes que dormir más”, me sugirió el médico en una ocasión. Yo le respondí: “No puedo. Cada vez que cierro los ojos veo a mi madre bañada en un enorme charco de sangre roja”. El médico, después de lanzarme una mirada asustada, me sugirió que fuera a ver a un psicólogo. “No has superado la muerte de tu madre”, me dijo. “De hecho, te sientes culpable. Sientes que no pudiste hacer lo suficiente por ella. Que murió por tu culpa. Tienes que enfrentarte al hecho de que se suicidó, y seguir con tu vida”.
           
¡Menudo gilipollas! ¿Por qué iba yo a sentirme culpable por la muerte de mi madre? Fue mi padre el que la mató a disgustos. Ni siquiera después de muerto fue capaz de dejarla en paz...
           
Unos golpes en la puerta me sacaron de mis cavilaciones.
           
— ¡Leonard! — me llamó Tom — Me voy a comprar unas cosas al supermercado, ¿necesitas algo?
           
“Sí, un buen surtido de barbitúricos para dormir durante una semana entera”, pensé con sarcasmo.
           
— ¡No gracias, Tom! Puedes ir en paz.
           
— Como quieras, tío — replicó, antes de salir de casa dando un fuerte portazo.
           
Me asomé a la ventana, sólo para ver cómo mi amigo se alejaba en dirección al supermercado del barrio. Todo un muchacho responsable y respetable… Sí, sin duda Tommy era la más absoluta antítesis de mi persona. Y aún así, llevábamos algo más de medio año viviendo juntos. Juntos, en el piso que antes había compartido con mi madre.
           
“Debería usted haberse cambiado de piso hace tiempo, señor Bierk”, me había dicho también el inútil del psicólogo. “Allí fue precisamente donde murió su madre. Le trae malos recuerdos. Le tortura el alma”.
           
“Claro, imbécil. Como si fuera tan fácil encontrar una casa”. Apenas tenía dinero suficiente como para hacer tres comidas al día, ¿cómo iba a poder permitirme alquilar un piso que estuviera en unas condiciones medianamente aceptables por menos de tres cientos dólares al mes?
           
Y el que necesitaba ayuda profesional era yo…
           
Sacudí la cabeza enérgicamente, en un intento por desterrar esos pensamientos de mi cabeza, y abrí la puerta de mi armario para coger ropa limpia. (Sí, aunque parezca increíble, en una casa donde viven dos hombres solteros es posible encontrar prendas limpias). Puesto que quería irme a correr un rato por la playa, me puse una camiseta vieja de manga corta con unos pantalones de deporte, y me recogí el pelo en una coleta alta. Cuando estaba a punto de atarme las deportivas, me vino a la mente, como si de un rayo se tratase, la “conversación” que habíamos mantenido Tom y yo la noche anterior.
           
“Esta tarde estuve con Vicky en casa de Marty. Y nos besamos”. ¿Por qué aquella última parte de su intervención me molestaba tanto? No. No sólo me molestaba, me quemaba por dentro. Como un hierro candente, retorciendo mis entrañas. ¿Acaso no eran ambos libres de hacer lo que les diera la gana con sus respectivos cuerpos? ¿Acaso no eran ambos libres de besarse, tocarse, y follar todo lo que quisieran?
           
Di un fuerte puñetazo contra la puerta del armario en cuanto aquella última frase pasó por mi mente. Por algún motivo que todavía no era capaz de comprender, con sólo imaginarme a Victoria, desnuda entre los brazos de mi amigo, la sangre me hervía de profunda ira. Nunca me había sentido tan furioso y desesperado al mismo tiempo. Nunca había tenido tantas ganas de matar a alguien. ¿Pero matar a quién? ¿A Tom, mi mejor amigo? ¿A Vicky, una mujer dulce e inocente que despertaba mis pasiones más primitivas?
           
No. Sin duda estaba enfocando las cosas desde una perspectiva equivocada. Muy contrariamente de lo que la gente cree, no soy un hombre violento. Lo cierto es que soy tan manso como un corderito… Hasta que alguien me toca los huevos. Y la noche anterior, Tom me los había tocado, y mucho. Por eso me había encerrado en la habitación tan rápidamente. Tom es mi mejor amigo, mi hermano. Él es la última persona del mundo con la que querría pelearme.   
           
En cuanto estuve listo, cogí las llaves de casa y el walkman y salí de casa. Cuando ya estuve en la calle, me puse los auriculares, y subí el volumen a tope. Empezó a sonar la atronadora “Fight For Rock”, del grupo alemán Warlock. Había pocas mujeres músicas dentro de la industria del heavy metal. Pero con su voz, Doro Pesch demostraba que aquel tipo de música no estaba reservada sólo para hombres.
           
Por el camino, me encontré con una vecina de mi edificio, a la que conocía desde que era un crío. Acababa de salir de misa, y cuando pasó por mi lado, no disimuló su mueca de asco.
           
— Buenos días, señora Rose, ¿qué tal ha ido hoy el sermón del cura? — le pregunté con una sonrisa risueña — ¿Ha acabado montándoselo con alguna feligresa en el confesionario?
           
La señora Rose me lanzó una mirada envenenada, pero no se molestó en contestarme. En lugar de eso, siguió su camino, “con la cabeza bien alta”.
           
“Amargada”, pensé con una media sonrisa.
           
— ¿Leonard? — oí que me preguntaba una dulce voz a mi espalda.
           
Me di la vuelta para encontrarme de frente con Victoria, justo cuando en mi walkman empezaba a sonar “She loves You” de los Beatles.
           
— Victoria, hola — la saludé, al tiempo que una estúpida sonrisa asomaba a mis labios inexorablemente.
           
— ¿Qué haces por aquí? — me preguntó con su característica sonrisa tímida.
           
— Pues… La verdad es que me iba ahora a la playa a correr un rato. ¿Te gustaría acompañarme? — le sugerí, pues a pesar de que en un principio me había apetecido estar solo, ahora quería quedarme a solas con ella. Tenerla sólo para mí… ¡¡¿¿Qué narices me estaba pasando??!!
           
“She says she loves you/ And you know that can’t be bad./ Yes, she loves you/ And you know you should be glad”, gritaban los Beatles contra mis oídos.
           
Me quite los auriculares y apagué el walkman. El bullicio urbano propio de la ciudad inundó de nuevo mis oídos. Mucho mejor así…
           
— Bueno, la verdad es que no llevo la ropa adecuada para correr… — trató de excusarse ella —. Además, no estoy acostumbrada a hacer deporte.
           
— Tranquila, iremos despacio. A tu ritmo — repliqué, esbozando una sonrisa amable. Sin embargo, por dentro, mi sangre era puro fuego líquido. “A tu ritmo”. Sí, me encantaría ir a su ritmo, pero en la cama…
           
— En fin, ¿qué me dices? — le pregunté, en un intento por apartar esos “pensamientos impuros” de mi mente.
           
— Yo… Sí, ¿por qué no?
           
Mi sonrisa se ensanchó.
           
— Genial.


Victoria
           
Nos pasamos la mañana corriendo por la playa. Lo cierto es que yo siempre he sido una chica debilucha, que siente más bien tirria por los deportes, por lo que en un principio creí que aquella mañana iba a ser una auténtica tortura. Pero nada más lejos de la realidad. Con Leonard a mi lado, la mañana podía ser de todo menos aburrida.
           
— ¿A qué no te atreves a bañarte con ropa? — me desafió con una pícara sonrisa, más propia de un niño que sabe que está haciendo una travesura, y le gusta.

— Por supuesto que no — repliqué —. Si llego a casa con la ropa mojada y manchada, Úrsula me matará.
           
Aquello pareció divertirle más aún.
           
— ¿En serio? — me preguntó, antes de cogerme en brazos de forma repentina, y sin esfuerzo aparente — ¿No te apetece poner a prueba su paciencia?
           
Yo negué enérgicamente con la cabeza. Y como si aquello hubiese sido una invitación por mi parte, el pelirrojo soltó una carcajada de júbilo, antes de quitarse las deportivas y adentrarse en el mar, conmigo en brazos.
           
— ¡Leonard, estás loco! — le grité, al tiempo que me echaba a reír como una tonta. Úrsula iba a cabrearse, y mucho, cuando viera el estado en que iba a quedar mi ropa después de aquella “velada”. Pero mientras tanto, tenía que disfrutar, ¿no?
           
Unos segundos después, cuando ya estábamos a bastante profundidad, me lanzó al agua. Yo apenas era consciente de que los bañistas que había a nuestro alrededor nos miraban. Algunos con envidia, otros con desaprobación. Algunos, los menos, compartían nuestra alegría.
           
— ¡El agua está buenísima, Victoria! — exclamó Leonard sin dejar de reír.
           
Fue entonces cuando me di cuenta de que el pelirrojo casi siempre me llamaba Victoria. Era como si intuyera que con el diminutivo de “Vicky” no me encontraba del todo cómoda.
           
“Un hombre inteligente e intuitivo. Qué novedad”, pensé con una sonrisa.
           
— ¡Hacía años que no iba a la playa! — confesé, al tiempo que comenzaba a nadar en dirección a Leonard.
           
Él me lanzó una mirada incrédula.
           
— ¿Cómo es eso posible, pequeña? Tenía entendido que en España teníais unas playas increíbles.
           
— Bueno, lo cierto es que prefiero el campo — me defendí.
           
Leonard me lanzó una fingida mirada de contrariedad.
           
— ¡¿El campo?! — replicó con incredulidad — ¡¿Con las cabras?!
           
— En el campo hay más cosas aparte de cabras — le contesté, muy ofendida.
           
Aquella respuesta por mi parte le hizo soltar una sonora carcajada.
           
— Ay, Victoria. Hacía tiempo que no me reía tanto, te lo juro.
           
Yo me uní a sus risas con ganas.
           
— Yo tampoco, Leo… ¿Puedo llamarte Leo, verdad?
           
El pelirrojo me lanzó una mirada pícara, antes de contestar:
           
— Puedes llamarme como tú quieras, cariño…
           
El tono tan sexy y sensual con el que me dijo esto último, hizo que me pusiera roja como un tomate. Muerta de vergüenza, aparté la mirada del rostro del pelirrojo.
           
— Ey, Victoria — me dijo con voz dulce, al tiempo que me alzaba la barbilla con el dedo índice —, si te ha molestado lo que te he dicho, perdóname. No era mi intención que…
           
— No, no — le corté yo —. No tiene importancia, de verdad.
           
— Me alegra oír eso.
           
— ¿Ah sí?
           
Él asintió con la cabeza, al tiempo que se acercaba a mí peligrosamente.
           
“Ay, Dios mío”, pensé con agitación. El pelirrojo me rodeó la cintura con sus fuertes brazos, estrechándome contra su pecho, atrapándome con su cuerpo.
           
— Eres tan hermosa… — susurró contra mi oído, al tiempo que me apartaba un mechón de pelo de la cara. Tras esto, atrapó mis labios con los suyos en un beso hambriento y desesperado.

11 comentarios:

  1. ¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡QUE BONITO! Me ha encantado, en serio. Jo, Leonard es perfecto. Tan pícaro... ¡Ais!

    Sube pronto el siguiente capítulo. :D

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  2. aaaawwww e.e
    Leo es más alocado y pasional y eso me gusta e.e
    Joo a mi me gustaba más Tom pero ahora que empezamos a conocer mejor a Leo.... estoy como Victoria, entre dos hombre... y vaya hombres! xD
    Bueno las escena del beso me gusta más la de Leo que la de Tom.
    A ver a ver que hace Victoria ahora e.e
    Y me sorprende que en tan poco tiempo que se conocen ya la desee con tanta ansia, que rapidez tienen los hombres para eso e.e

    Felicidades, un capitulo genial ^^

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  3. Kyaaaaaaaaaaaaah
    Sí, Leonard me gusta cada día más XD
    Jo, siempre me dejas con las ganas de leer más. Así que ya puedes ponerte manos a la masa :3

    Creo que uno de los capítulos que más me han gustado!

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  4. Woooo!! :) :)
    Que bonitooo... (L)
    Me ha encnatado la situación, los dos en la playa... jajja
    Espero el siguiente capítulo! Un beso (K)

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  5. Hum... Leo mola, pero Tom es Tom!! XDd No le cambio XDD En cuanto a Vic, menuda rompecorazones. ¿Quién diría que en España no se comía nada? XDD Me gha gustado y tengo muchas ganas de seguir leyendo para saber como continua.Besotes!!

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  6. ¡Leo, Leo, Leo, Leo! jajaj
    ¡Quien lo iba a decir! xD Y nos creíamos que era el "chico malo" de la pelicula (o historia) xD
    Me encanta,como siempre =)
    Espero el siguiente =D
    Besazos.

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  7. Cada vez estoy más enganchada a tu historia :) Leo no ha estado mal... sí, debería quedarse con él, y así Tom para mí xDD
    Por cierto... ¿lo de Hans en la encuesta es una broma no? jajaja, me imagino una "conversación" romántica de Hans así: Victoria eres tan bonita como el filo de mi cuchillo de matar cuando estoy cabreado" jaja no me hagas caso xD

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  8. Beso beso beso waaaaaaaaah >.<
    Dios mio, ¡Qué pedazo de capítulo! De verdad, me has transmitido la rabia de Leonard ante la muerte de su madre, que fue por culpa de su madre. El no poder dormir y ahora lo que siente por Victoria :O

    Y ella por otra parte, el pasárselo genial con él y cuando ha pasado a algo más íntimo, ¡no le ha rechazado!

    Bueno niña, que nos tienes a todos en ascuas. ¿Por quién se decidirá? ¿Habrá pelea de Tom y Leo por ella? Ay Dios, que tensión :)

    Publica pronto, ok?

    ¡Besos!

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  9. oh! mas uno al comentario de Soe, no me imagino a Hans quedandose prendado de Victoria y menos por como la ha estado tratando hasta ahora así que... ¿Por que lo has puesto en la encuenta?

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  10. Ay, yo prefería a Tom, pero ahora no estoy tan segura... ¡qué bonito! Eso sí, a Ürsula no le va a gustar nada de nada lo de la ropa... :)

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  11. Coño como esta la cosa beso va beso viene, que bueno lo de la iglesia. Malditas beatas y sus aires de señoras XD

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