My Playlist

Translate

"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

sábado, 7 de mayo de 2011

Capítulo IX. La cena (Parte 1)

Bueno chic@s, después de casi una semana, aquí os traigo la primera parte del capítulo 9. Siento no haber podido subirlo antes, pero con el examen de historia me ha sido completamente imposible. También tengo que decir que la semana que viene y principios de la otra no sé si voy a poder subir capítulos. Estoy súper llena de exámenes y trabajos y, aunque me jode muchísimo no poder escribir, no voy a tener tiempo para otra cosa más que estudiar y hacer deberes. en cuanto al capítulo de hoy, por las mismas razones que ya he dicho, es bastante más corto que los otros, y no de tan "buena calidad" como los otros. Tampoco me ha dado tiempo a revisarlo, así que si veis alguna falta de ortografía, por favor, avisadme. En fin, no me queda más por decir, excepto que gracias por leer, y que espero que disfrutéis del capítulo. ¡Un beso!


Tom
— ¡Mi querida señora Rose! — la saludé en tono teatral, al tiempo que trataba inútilmente de contener mis risas — ¿Qué le ha traído esta vez por nuestra humilde morada?
           
— ¡Lo sabes perfectamente, hippie desgreñado! ¡Con el ruido que estáis haciendo no puedo dormir!
           
“Que mujer tan absolutamente adorable. Si no tuviera cuarenta años más que yo, y sobre todo, si no pesara cincuenta kilos más que yo, le haría salvajemente el amor contra la encimera de la cocina”, pensé con sorna, antes de replicar, con la sonrisa más forzada que pude esbozar:
           
— Mi amada señora, oh, dulce y delicada amapola de un campo celestial — “celestialmente pútrido, claro está”, pensé para mis adentros —, me encantaría expresarle nuestras más sinceras disculpas… Sin embargo, y como seguramente usted ya se esperaba, antes incluso de expresar sus quejas contra nuestras humildes personas, no voy a hacerlo. Y procederé ahora a darle mis razones, entre las cuales cabe destacar el hecho de que usted me ha insultado sobremanera, al designarme con el calificativo de “hippie”, cuando yo en realidad soy “heavy”. Sí, sí, lo sé, ambas palabras empiezan por “h”, y ambas tribus urbanas solemos llevar el pelo largo, ¡pero no somos lo mismo! Por otro lado, también me gustaría indicar, que no estamos haciendo ruido, como usted insiste en señalar, y que aunque lo estuviésemos haciendo, estamos en nuestro pleno derecho, porque todavía no es hora de dormir…
           
— ¡No lo será para ti, holgazán! — me interrumpió la “buena” mujer deliberadamente — Tú te levantas a las once y no haces nada en todo el día más que holgazanear, fornicar y escuchar esa música infernal. Pero yo madrugo, ¿sabes? Yo tengo muchas cosas que hacer.
           
— Sí, entre ellas, mantener “contento” al cura… — intervino entonces Leo.
           
Victoria soltó una carcajada, que hizo que toda la atención de la vieja se centrase en ella. Cuando la vio, nuestra queridísima señora Rose puso cara de espanto, antes de soltarle una de sus “perlas”.
           
— ¡Tú! — exclamó, alargando la letra “u”, como si con ello quisiera convertir aquel pronombre personal en el peor de los insultos — Cuando te vi en la escalera debí sospechar que serías la amiguita de estos dos “mondongos”. ¡Habéis convertido este edificio en un antro de perversión!
           
Victoria se puso roja como un tomate ante aquella afirmación, mientras que Leonard estalló en una sonora carcajada.
           
— Señora — intervine yo de nuevo, recuperando el control de la conversación —, permítame que me justifique de las faltas que usted, tan injustamente, me ha imputado. Primero, sí, yo me levanto a las once de la mañana porque normalmente trabajo por las noches. Segundo, sí, me gusta mucho fornicar y escuchar música infernal, como usted dice, pero eso nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo sabe usted todo eso? ¿Acaso se dedica a espiarme? ¿O es que secretamente desea que usted y yo forniquemos al ritmo de esa música, que usted se atreve a tildar de “infernal”.
           
Ahora sí que la había hecho buena. Leonard y Victoria no pudieron contener sus risas por más tiempo, y se echaron a reír, dejando más en evidencia a la pobre vieja.
           
— ¡¿Cómo te atreves, desgraciado?! — me soltó, apretando los puños con fuerza. Se le notaba en la cara que estaba a punto de soltarme una buena tunda, y yo, como siempre he sido muy temerario, decidí tentar a la suerte.
           
— ¡Oh, vamos, señora! — repliqué yo en tono jocoso — No se enfade conmigo. De hecho, si se porta bien, los cuatro juntos podemos pasarlo realmente en grande — le insinué, en el tono sensual más cutre que pude proyectar —. No me diga que no le apetece. Leonard sería todo suyo — añadí, señalando al pelirrojo con un gesto de la mano —. El otro día me confesó que tiene sueños húmedos con usted desde que la vio con ese vestidito morado, tan sexy, para ir a misa…
           
— ¡Desvergonzado! — exclamó, antes de soltarme un buen sopapo que resonó en todo el rellano. Ya lo creo que la vieja tenía fuerza…
           
— ¡Señora, no vuelva a acercarse a mí o la denuncio por acoso!  —  le grité, antes de que se fuera indignada en dirección a la escalera, dejándome con la palabra en la boca. Cerré la puerta, y me giré hacia mis amigos, que estaban partiéndose de risa en el sofá.
           
— Vaya, vaya, Tommy, eres todo un rompecorazones…
           
— Victoria, por favor, tú sabes que yo sólo tengo ojos y labios para ti — repliqué con sarcasmo, si bien era cierto lo que acababa de decirle.
           
— Sí, por eso querías cargarme el muerto a mí, ¿no? ¿De dónde has sacado eso de que yo tengo sueños húmedos con doña Necesito-que-me-echen-un-buen-polvo-pero-como-soy-más-fea-que-pegar-a-un-padre-con-un-calcetín-sudao-nadie-quiere-acercarse-a-mí?  
           
— ¿Acaso es mentira, eh, pillín? — repliqué, esbozando una sonrisa maliciosa — Vamos, reconoce que te pone. Ni Vicky ni yo vamos a contárselo a nadie, ¿verdad que no? — le pregunté, recorriéndola con una mirada conspiradora. Sin embargo, Victoria puso los ojos en blanco, antes de soltar entre risas:
           
— Estáis colgados, ¿lo sabíais?
           
— ¡Por supuesto que lo sabíamos, Vicky! Ése, y nuestro innegable atractivo físico, es lo que nos hace traer a las nenas de cabeza — repliqué yo con fingido orgullo.
           
Leonard se levantó en ese momento en dirección a la cocina.
           
— Chicos, será mejor que nos vayamos a cenar ya, o la pizza se enfriara.
           
— Estoy completamente de acuerdo con Leonard — me apresuré a contestar —. Tenemos que tener el estómago lleno para poder hacer después… según qué cosas…
           
Victoria me taladró con una mirada suspicaz.
           
— ¿A qué te refieres?
           
Le lancé a Leonard una mirada cómplice antes de contestar la pregunta de Victoria, de la siguiente manera:
           
— Pues está claro. Vamos a continuar con lo que estábamos haciendo antes de que esa vieja llegara y nos arruinara la fiesta…
           
Algo en la mirada de Vicks me decía que no se fiaba del todo de mis palabras. No podía culparla. Si yo hubiese estado en su situación, una muchacha pura e inocente en casa de dos melenudos colgados, también me habría mantenido alerta.
           
Cuando llegamos a la cocina, Leonard sacó la pizza del horno y Victoria y yo pusimos la mesa. Aquella iba a ser la primera cena de la hermandad de “Los-colgados-que-llevan-chaqueta-de-cuero-incluso-a-mediados-de-agosto y la-chica-que-sin-saber-muy-bien-cómo-acabó-formando-parte-de-su-pandilla”. Sí, sin duda aquélla iba a ser una fecha que tendríamos que marcar en el calendario...
           
— ¿Qué quieres de beber, Victoria? — le preguntó Leonard desde la nevera.
           
— Una coca-cola — replicó, al tiempo que se sentaba en una silla frente a mí. Al momento apareció Leo con la pizza, los cubiertos y las bebidas. Cuando estuvo todo colocado en la mesa, el pelirrojo decidió sentarse también, cómo no, al lado de Victoria.
           
— ¿Habéis encontrado ya a un batería para el grupo? — preguntó Vicky, en un claro intento por romper el hielo.
           
Leo negó con la cabeza antes de darle un buen sorbo a su cerveza. Él era, de todos los miembros del grupo, al que más le jodía que Michael se fuera, no sólo porque era un gran músico, sino también porque era un gran amigo suyo. Según tenía entendido, se conocían desde el colegio.
           
 — Mi primo conoce a alguien que… — empecé a decir, pero como siempre, Leonard me interrumpió.
           
— Ya hemos hablado de eso, Tom. El amigo de tu primo no me convence.
           
Yo apreté la mandíbula con fuerza, en un vano intento por calmar mi frustración. ¿Por qué siempre era el pelirrojo quien decidía quién entraba y quién no en el grupo? ¿Acaso mi opinión no importaba? ¿Acaso no era yo una parte importante de la banda? Victoria pareció notar mi “incomodidad” y cruzó una mirada cómplice conmigo. Yo la aparté deprisa, dirigiéndola hacia mis pies, pues no quería que Leonard pensara que estábamos conspirando contra él. Fue entonces cuando Victoria decidió poner a prueba la paciencia de Leonard planteándole la siguiente sugerencia:
           
— ¿Por qué no le decís a Hans que…?
           
— ¡Ni hablar! — explotó Leonard — No quiero a ese desgraciado en mi grupo.
           
Aquella brusca contestación por parte de Leonard pareció, no me preguntéis por qué, sorprender negativamente a Victoria. ¿No se había acostumbrado ya a los cambios de humor de mi amigo? Aquella reacción por su parte demostraba claramente que no. El pelirrojo pareció darse cuenta de que se había excedido, y tomándola con fuerza de la mano, y mirándola intensamente a los ojos, le dijo:
           
— Perdóname, cielo. No he debido hablarte de esa manera. Tú no tienes la culpa de nada.
           
Victoria enrojeció de vergüenza ante aquel contacto tan íntimo, que a mí no me gustó para nada. “Perdóname, cielo”. ¿Desde cuándo Leonard llamaba “cielo” a alguien? ¿Desde cuándo pedía perdón por ser un capullo?
           
— No pasa nada, Leonard — se apresuró a contestar ella, con la vista clavada en sus manos, todavía apretadas fuertemente por las de Leo —. He sido yo la que no ha debido hacer una sugerencia tan estúpida.
           
Leonard negó fuertemente con la cabeza, de forma que su melena rojiza rozó ligeramente el brazo de Victoria. No podría asegurarlo, pero me dio la impresión de que aquel gesto involuntario por parte del pelirrojo, no lo era tanto… Y su actitud estaba empezando a sacarme de quicio.
           
— Cambiando de tema — empecé a decir, sin poder ocultar el fastidio que me producía aquella situación —. ¿Qué tal van las cosas con Iuta, Leonard?
           
Mi amigo me fulminó con la mirada antes de soltar con delicadeza las manos de Victoria. Sí, había dado justo en el clavo…
           
— Pues supongo que de la misma manera que van las tuyas con tu madre — replicó con amargura.
           
Aquél había sido un golpe muy bajo. Leonard sabía perfectamente que mi madre me había abandonado por un hombre que la maltrataba. Sabía perfectamente que no pasaba un solo día sin que yo la maldijera una y mil veces por haberme dejado tirado... Claro que yo tampoco había jugado limpio al recordarle a Iuta. A pesar de que no sabía cómo había ido la relación entre ellos, porque Leonard apenas me había hablado de ello, estaba claro, a juzgar por cómo la trataba cada vez que se veían, que lo había hecho sufrir. Y mucho.
           
Victoria se nos quedó mirando con la expresión de aquél que quiere echar a correr de un momento a otro, pero que por cortesía, se queda parado en su sitio sin saber muy bien qué hacer, esperando que todo acabe pronto. Aquella situación se nos estaba yendo de las manos. Victoria me gustaba mucho, sí, pero ante todo, Leonard era mi amigo. Y no iba a permitir que una mujer nos separase.
           
— Leonard, tío, siento mucho lo que te he dicho. Ya sabes que últimamente no duermo bien y digo muchas gilipolleces.
           
Sí, ya lo sé. Es una disculpa bastante cutre, pero en aquellos momentos fue lo único que se me ocurrió. Leonard esbozó una lenta sonrisa, antes de ponerse en pie, y echarse a mis brazos, diciendo:
           
— Tío, tú dices gilipolleces aunque hayas dormido doce horas.
             

8 comentarios:

  1. ¡Hola! Te he visto un pequeño erro aquí:
    -"Por supuesto que lo sabíamos, vicky." Has puesto su nombre en minúscula. XD
    Por cierto, Tom me ha matado aquí:
    -"Primero, sí, yo me levanto a las once de la mañana porque normalmente trabajo por las noches. Segundo, sí, me gusta mucho fornicar y escuchar música infernal, como usted dice, pero eso nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo sabe usted todo eso? ¿Acaso se dedica a espiarme? ¿O es que secretamente desea que usted y yo forniquemos al ritmo de esa música, que usted se atreve a tildar de “infernal”."
    Ha sido BRU-TAL. x) Y esta frase que ha soltado Leo también:
    -"¿De dónde has sacado eso de que yo tengo sueños húmedos con doña Necesito-que-me-echen-un-buen-polvo-pero-como-soy-más-fea-que-pegar-a-un-padre-con-un-calcetín-sudao-nadie-quiere-acercarse-a-mí?" Lo del calcetín ha sido bestial, jajajaja.

    ResponderEliminar
  2. me encanta ^^ y me he quedado con las ganas de seguir leyendo, con lo interesante que está :( suerte en los examenes y espero que pronto tengas tiempo para seguir publicando porque me encantan tus historias (sigo tu otro blog) sigue así ;)

    ResponderEliminar
  3. Leonard esbozó una lenta sonrisa, antes de ponerse en pie, y echarse a mis brazos-> ¡Ahí hay rollo! Jaja, me ha encantado el capítulo, espero el siguiente. ¡Un besazo!

    ResponderEliminar
  4. Buenísimo, este capitulo!! a pesar de tus exámenes, ha molado mogollón, sobre todo lo de:
    "al designarme con el calificativo de “hippie”, cuando yo en realidad soy “heavy”. Sí, sí, lo sé, ambas palabras empiezan por “h”, y ambas tribus urbanas solemos llevar el pelo largo"
    Me he estado riendo un buen rato...
    Sigue así, Athenea ;)

    ResponderEliminar
  5. Hey! No ha estado mal, la verdad es que sí se les esta llendo de las manos, pobre Victoria, solita con esos dos... (envidiaa, yo me quedaba con los dos "fornicando al ritmo de esa musica infernal" e.e)
    Bueno lo de la vieja a estado bien jaja se beneficia al cura jaja pero Tom me ha cargado un poco hablando tan "educadamente" se me a echo un poco larga esa parte.

    PD: dale un abanico a Victoria que cada dos por tres se esta ruborizando y va a acabar redonda en el suelo xDD

    ResponderEliminar
  6. bueno, no tengo mucho tiempo 'ara comentar así que seré breve. Me ha gustado mucho, Tom es el mejor sin duda alguna y a pesar de que Vic es encantadora no creo que sea para él. Leo está más cerca de ese ideal. U.U Lo de la vieja ha sido genial, seguro que se masturba pensando en ellos XDD Menuda cosa. Desvergonzada!! No escribas blasfemias!! xDDD un besote enorme!!

    ResponderEliminar
  7. Dios dios, que risas me he echado con la discusión con la vecina xD
    Me lo he leido un par de veces.

    En fin, solo quería contar que anda con Vicky, los dos están por ella xD Pero me parece bien la opinión de Tom, lo de que por una mujer no estropearía su amistad con Leo ;)

    Publica pronto, besos!

    ResponderEliminar
  8. JAJAJA QUE BUENO LO DE LA VIEJA. LE VIENE BIEN QUE LE RECUERDEN LO QUE ES.

    ResponderEliminar