My Playlist

Translate

"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

viernes, 15 de julio de 2011

Capítulo XIV. Lazos de sangre (Parte 1)

Hans
Había sido la peor noche de toda mi vida. Ni siquiera había ido a dormir a casa para no tener que volver a discutir con las inconscientes de mis hermanas. Celia me había dejado pasar la noche en el viejo y gastado sofá de cuero de su casa, y yo no tuve el valor suficiente para volver a mi hogar hasta el día siguiente por la tarde.
           
Celia había intentado otro acercamiento durante mi estancia en su casa. No importaba cuántas veces le dijera que sólo quería que fuéramos amigos. Ella insistía e insistía. No negaré que al principio, su actitud me halagaba y me hacía sentirme querido por alguien especial. Pero con el paso del tiempo aquella situación terminó por hacérseme agobiante.
           
En más de una ocasión se me pasó por la cabeza dejar de verla y de llamarla, pero era mi amiga y no podía ni quería abandonarla. Por mucho que algunos se empeñen en sostener lo contrario, yo soy una persona con sentimientos y principios que nunca deja a sus amigos en la estacada.
           
De camino a casa me encontré con Victoria, que salía de casa de Leonard y Tom con la vista clavada en el suelo y un andar apesumbrado. Algo le habrían hecho esos dos, porque a pesar de que esa chica no era lo que se dice la alegría de la huerta, nunca la había visto tan despagada y abatida. Ni siquiera me saludó cuando pasó por mi lado. Puede que no me viera o que estuviera demasiado jodida como para entablar una conversación con alguien como yo. O puede simplemente que después de lo ocurrido la tarde anterior en la boda de Michael, ninguno de los “amigos” de Iuta quisiera hablarme nunca más.
           
Decidí no profundizar más en esas conjeturas que sólo servirían para torturar aún más mi espíritu. La había cagado con mi hermana, sí. Pero aquello ya no tenía vuelta atrás. Le había dicho cosas que en realidad no sentía, pero si le pedía disculpas ahora, se reiría en mi cara. Era mejor dejar las cosas como estaban, y esperar a que se le pasase el enfado. A Iuta siempre se le pasaba. Siempre acababa perdonándome, por mucho daño que le hubiese hecho.
           
Angela, sin embargo, era otro cantar. Nunca olvidaría que fui yo quien la mantuvo separada de su querido amigo el pelirrojo. Nunca olvidaría que le mentí y que la manipulé para tenerla bajo mi control. Nunca olvidaría que fui yo quien la mandó a un psicólogo cuando la solución a sus problemas ya tenía nombre y apellidos.
           
Y sobre todo, nunca me perdonaría por todo el daño que le había causado.
           
Sin darme cuenta, había llegado a mi casa. Saqué las llaves del bolsillo trasero de mi pantalón y abrí la puerta. Cuando puse un pie en el recibidor, un grito desgarrador me traspasó el tímpano, haciéndome retroceder. Un segundo después, se oyó una voz masculina en el piso de arriba que decía:
           
— Hay que llevarlo a un hospital.


Tom
Cerré los ojos con fuerza, rezando para que aquello fuera sólo un sueño. Sin embargo, cuando los abrí de nuevo me di cuenta de que aquello no podía ser más real.
           
— Tom, esto tiene una explicación… — comenzó a decir Victoria.
           
— Estamos saliendo — añadió Leonard con firmeza.
           
A diferencia de Vicky, que había intentado tratar el tema con tacto, el pelirrojo, siguiendo su estilo, había sido implacable. “Estamos saliendo”, lo que traducido a nuestro idioma vendría a ser: “ha ganado el mejor. Sé un hombre y acéptalo”.
           
Pero mi mente se negaba a aceptarlo. Victoria y yo no teníamos nada, es cierto. Y Leonard estaba enamorado de ella, también es cierto. Pero lo que de verdad me dolía era que habían actuado a mis espaldas. Se habían comportado como si yo no existiera, como si mis sentimientos no valieran nada. Me sentía herido y traicionado por los que había creído mis amigos.
           
— Tom, ¿estás bien? — preguntó Victoria preocupada.
           
“Como si me hubieran arrancado los testículos, se los hubieran dado de comer a un cocodrilo y después me hubieran atropellado con un camión de cincuenta toneladas antes de deshacer mis restos con ácido en la bañera”, pensé para mis adentros. Sin embargo, repliqué con un hilo de voz:
           
— Perfectamente.
           
Sin volver a mirarlos a la cara, entré en la casa como un torbellino enfurecido y cerré dando un fuerte portazo.

— ¿Lo teníais todo planeado, verdad? — pregunté, dejando que mi voz destilara toda la amargura que sentía por dentro.

— ¿De qué estás hablando? — replicó Leonard, acercándose hacia mí a grandes zancadas. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a mi altura, me aparté de su trayectoria.

— Sabes perfectamente de lo que hablo. Ayer, en la boda, cuando os largasteis, dejando a todo el mundo preocupado. Lo teníais todo planeado.

— ¡Eso no es cierto, Tom, y lo sabes! — gritó Victoria, indignada.

— ¡Tal vez tú no! Pero estoy seguro de que él llevaba planeándolo hace tiempo.

— ¡Tom, estás desvariando!

— Desde que Victoria llegó a Estados Unidos has querido que fuera tuya a toda costa. Te importaba una mierda que a mí también me gustara. ¡Siempre te ha importado una mierda lo que yo sienta!

— ¡Deja de hacerte la víctima, Tom!

— ¡No me hago la víctima! Tú sabes tan bien como yo que ésta no es la primera vez que me haces una putada así.

— Creí que esa historia ya estaba enterrada y olvidada.

— Para ti es muy fácil enterrar y olvidar, Leonard — contesté con voz teñida de puro odio.     

— Crystal me eligió a mí porque yo le gustaba más que tú, Tom. Yo no la obligué a que se acostara conmigo. Ni a Victoria tampoco.

— ¡Pero te la tiraste a mis espaldas! Igual que has hecho ahora con Victoria. Si fueras un amigo de verdad, si te importara algo, aunque fuera lo más mínimo, habrías hablado conmigo antes de mover ficha.

Tras haber pronunciado aquellas palabras, el silencio se apoderó de la estancia. Leonard me miraba con cara de arrepentimiento, pero sin atreverse todavía a pronunciar las palabras mágicas, aquéllas, que, a pesar de todo el daño que me había hecho, le valdrían mi perdón. Victoria tenía la vista clavada en sus zapatos, parada en medio de la habitación cual vulgar espantapájaros, sin saber muy bien qué decir o hacer para arreglar aquella situación.

— Se me está haciendo tarde — dijo un momento después, rompiendo así el molesto silencio —. Debería irme ya a casa.   

— Sí, eh… Yo te acompaño — se ofreció Leonard. Victoria negó enérgicamente con la cabeza.

— Gracias, pero preferiría ir sola. Necesito despejarme un poco.

Sin decir una sola palabra más, Victoria cogió su bolso, abrió la puerta y se marchó. Leonard hizo entonces ademán de decir algo, pero yo le corté rápidamente.

— Leonard, creo que ya nos hemos dicho todo lo que nos teníamos que decir.

El pelirrojo se me quedó mirando con sorna, antes de soltarme:

— ¡No! Tú eres el que ha soltado toda su mierda esperando que yo me la tragara sin rechistar. Pero no has pensado que tal vez esto tampoco sea fácil para Victoria ni para mí. Si esto no ha pasado antes, es precisamente porque nos importas, Tom. Porque no queríamos hacerte daño. ¡Por el amor de Dios! Después de todos los años que llevamos siendo amigos, ¿aún dudas de que te quiero como un hermano?

Aquellas últimas palabras se clavaron hondamente en mi pecho, como si de afilados puñales se tratara. En todo el tiempo que le conocía, Leo nunca me había dicho algo así. Siempre había estado ahí cuando le había necesitado, tanto en los buenos como en los malos momentos, pero nunca había expresado sus sentimientos hacia mí en voz alta. Me daban ganas de correr hacia él y estrecharlo con fuerza entre mis brazos, pero todavía quería hacerlo sufrir un poco más.

— No te creo, Leonard — repliqué con fingida amargura —. Un hermano no le escondería a otro el mando de la tele, ni se mearía fuera de la taza del wáter, pero sobre todo, no le estamparía el coche de su madre contra la valla del vecino.

— ¡Tío, ya te dije que fue un accidente! ¡Además, le pagué a tu madre la factura del mecánico!

— Sí, pero eso no me libró de llevarme un buen bofetón.

— No, el bofetón te lo llevaste porque tuviste cuatro suspensos en el instituto, así que no me cargues a mí con tus marrones.
           
— Bueno, tal vez no hubiese suspendido cuatro si no me hubiese relacionado con malas compañías — repliqué, esbozando una sonrisa cómplice.
           
— Eso no lo dirás por mí, ¿verdad? — inquirió, arqueando una ceja, al tiempo que se acercaba hacía mí lentamente.
           
— ¿Por quién sino?
           
— Tal vez sea una mala influencia, pero también soy el mejor amigo que nunca tendrás — dijo, atrapándome en un fuerte abrazo con el que casi me rompe una costilla.


Angela
“Papá, por favor, aguanta”, no cesaba de repetir mi mente. “Aguanta hasta que lleguemos al hospital. Allí cuidarán bien de ti y te curarán”.

Pero por mucho que tratara de engañarme, sabía que el final había llegado. De todas las crisis que había sufrido mi padre durante su enfermedad, ésta estaba siendo sin duda la más severa. 

Johnny conducía por encima de la velocidad permitida, y creo que incluso se saltó algún semáforo en rojo. El hospital estaba bastante lejos de mi casa, y si no nos dábamos prisa, no llegaríamos.

— ¡Joder, debería haberme ocupado más de él! — no dejaba de lamentarse Hans desde el asiento del copiloto.

— Deja de atormentarte. No fue culpa tuya que papá enfermara, ni tampoco que haya empeorado en los últimos días.

— Pero…

— ¡Pero nada, joder! Hans, haznos un favor a todos y cállate hasta que lleguemos al hospital.

Y por extraño que parezca, mi hermano se calló en el acto. Johnny giró hacia la derecha y a lo lejos podía verse ya la fachada del hospital. Abracé a mi padre, que iba conmigo en los asientos traseros del coche.

— Aguanta, papá — le supliqué, conteniendo las lágrimas a duras penas.

— Iuta… — consiguió balbucear.

— No, papá. Soy yo, Angela. Iuta vendrá más tarde.

Aunque lo cierto era que no sabíamos dónde estaba mi hermana. Habíamos llamado a casa de Emma para ver si se había quedado allí a dormir, pero nadie cogía el teléfono. Un mal presentimiento me decía que se habían largado, dejándonos colgados a mi hermano Hans y a mí. Pero mi lado racional, que a pesar de estar poco potenciado, existía, me decía que aquello no era posible. Iuta siempre había sido una mujer responsable que jamás abandonaría a su familia, y mucho menos a un padre enfermo de cáncer. Un padre al que amaba más que a nadie en el mundo. Mucho más que a esa tal Emma, a la que apenas conocía.

— Hemos llegado — anunció Johnny con voz triunfante, al tiempo que aparcaba el vehículo frente a la entrada del hospital.

En cuanto paró el coche, Hans se bajó y abrió la puerta trasera para sacar a nuestro padre.

— Con cuidado, Hans — le advirtió Johnny a su espalda —. Es tu padre, no un saco de patatas.

Hans asintió con la cabeza, y a partir de ese momento trató de tomarse las cosas con más calma. Nunca en mi vida lo había visto tan nervioso como entonces. Claro que nunca en toda mi vida mi padre había estado tan cerca de la muerte como en ese momento.

6 comentarios:

  1. :O :O :O
    Me ha encantadoo el capítulo! Ojalá el padre de Ángela, Hans y Iuta sobreviva... :S
    Por otra parte, Tom está siendo muy injusto... son sus amigos, no debería tratarlos así :/
    Espero el siguiente! Un beso (L)
    P.D: Soy María, la escritora de Claro de Luna. Es que blogger lleva un tiempo sin dejarme comentar, pero eso no comento ni contesto comentarios :S

    ResponderEliminar
  2. Joder.... que marronaz lo del padre!! XDD Y encima pregunta por Iuta... ainsss pobrecillos, no, si a los alemanes les ha mirado un ejercito de tuertos y para una vez que Iuta se olvida un poco de sus problemas, estos incrementan U.U Pobre... Y Tom!?!?! Joder con Leo, me está empezando a caer mal, nunca he soportado a la gente que cae en sus errores y más cuando son grandes ù.ú Muy mal Leo, mal, mal!! XDd Un besote y crucemos madera paera que el papá no lo pase muy mal...

    ResponderEliminar
  3. *_* estupendo, como siempre :) Ha estado genial el momento del abrazo de Leonard a Tom :D
    Y el padre de Iuta... pobrecico :( a er lo que pasa en el siguiente cap.

    un beso!

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Jo, que pena lo del padre de los hermanos. :/ Menos mal que Hans ha guardado las composturas (que ya iba siendo hora).
    Y con respecto a Tom, jajaja, que gracia lo que ha contestado cuando Vicky le preguntó si estaba bien. x)
    Leo y Vicky forever. :D
    P.D: Angela y Johnny tienen que vivir un romance, por Dios. :)

    ResponderEliminar
  6. Me encantan las peleas de L&T!! geniales, tienen una forma estupenda de pasar de cosas importantes, a temas tan poco importantes como estrellar un coche o las notas del instituto!! Genial!!

    ResponderEliminar