My Playlist

Translate

"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

jueves, 28 de julio de 2011

Capítulo XV. The Show Must Go On (Parte 1)

Johnny      
El sol se ocultaba tras unas grises nubes aquella funesta mañana de finales de julio. El frío calaba hasta los huesos, a pesar de estar en lo más crudo del verano. La lluvia comenzaba a caer sobre nosotros en un suave, pero constante goteo. Era como si los dioses quisieran expresar sus condolencias a través del tiempo atmosférico. Como si el velo gris que cubría el cementerio fuera en realidad un reflejo de su profundo dolor.
           
Angela permanecía a mi lado, aferrándose con fuerza a mi mano. No quería que nadie más se acercara a ella, ni siquiera a su hermano. Supongo que si aquella situación no hubiese sido tan delicada y dolorosa, me habría sentido halagado por sus atenciones. Pero las cosas estaban como estaban, y no era momento de manifestar mi faceta más egoísta. Angela me necesitaba en aquellos momentos, y yo no pensaba fallarle.
           
En los últimos días, la alemana apenas había salido de su casa. Tras enterarse de  la muerte de su padre, había sufrido un fuerte ataque de ansiedad y las enfermeras tuvieron que administrarle un calmante para que se tranquilizara. Después de aquello, Hans me pidió que la llevara a casa y cuidara de ella. Y eso era lo que había hecho durante todo el fin de semana.
           
No entendía por qué Tom y Leonard tenían tan mal concepto de Hans. Por lo poco que lo había tratado, y después de haber aclarado el malentendido del hospital con Angela, me parecía un hermano y un hijo ejemplar. Se preocupaba por su familia y trataba de sacarla adelante como buenamente podía. Tenía un temperamento muy fuerte, eso era innegable, pero no era una mala persona.
           
— No puedo soportar esto ni un segundo más — susurró Angela antes de echarse a mis brazos y romper a llorar de nuevo. Ocultó su rostro en mi pecho para no ver cómo enterraban a su padre y se aferró con fuerza a mi cintura, en un intento por descargar todo el dolor y la frustración que la consumían.
           
Su abuela, que había venido desde Alemania para acudir al entierro de su único hijo, nos miraba con abierta curiosidad. Le devolví la mirada con aire desafiante, y ella respondió esbozando una tímida sonrisa. Parecía una anciana bastante inofensiva, a pesar de que debía medir más de un metro ochenta y de que iba vestida de pies a cabeza por un largo e intimidante vestido negro.
           
“Estos alemanes…”, pensé para mis adentros.
           
— Johnny, llévame a casa, por favor.
           
La desesperada voz de Angela me sacó súbitamente de mis pensamientos. Había levantado la cabeza de mi pecho y me estaba mirando directamente a los ojos con una expresión de desasosiego, que me cortó la respiración durante unos segundos.
           
— No podemos irnos, el funeral aún no ha…
           
— Por favor — insistió.
           
Recorrí a los presentes con una mirada, que era una mezcla de disculpa y despedida. Hans asintió con la cabeza e hizo un gesto con la mano en nuestra dirección, indicándonos así que podíamos irnos, que él se hacía cargo de todo. No obstante, no pude evitar sentirme culpable, pues estábamos dejándole a él toda la responsabilidad del funeral, y, a pesar de que estuviera poniendo todos sus esfuerzos en fingir lo contrario, toda aquella situación lo estaba quemando por dentro.
           
— ¿Tío, estás seguro de que quieres que nos vayamos? — le pregunté cuando pasamos por su lado.
           
No quiero que os vayáis, pero es lo mejor para todos. Angela tiene los nervios destrozados. Estoy seguro de que si se queda aquí, acabará sufriendo una de sus crisis.
           
Una solitaria lágrima se deslizó entonces por su rostro, concediéndole al alemán, al menos momentáneamente, el estatus de ser humano. Durante todo el fin de semana, había estado tratando de hacerse el machote, de fingir que era más fuerte que la enfermedad que había acabado por vencer a su padre. Pero ahora, desprotegido y abandonado bajo la tormenta, no pudo reprimir sus verdaderos sentimientos.
           
Siguiendo un impulso, solté a Angela y abracé a Hans con fuerza durante unos segundos. Un sombrío silencio se cernió sobre el cementerio, cargado de una malsana curiosidad por parte de los presentes, que no se quebraría hasta que Angela y yo desapareciéramos del lugar.
           
Cuando Hans y yo rompimos nuestro abrazo, comprobé que una cómica mueca de susto se había dibujado en el rostro del alemán. No podía reprochárselo, pues apenas nos conocíamos, y él parecía ser una persona a la que le gustaba poco el contacto con otra gente.
           
— Cuida de mi niña — oí que me decía una voz a mi espalda. Al darme la vuelta, el rostro de la abuela de Angela apareció, unos centímetros más bajo que el mío.
           
— Así lo haré, señora — prometí con solemnidad, antes de agarrarle la mano de nuevo a Angela, para llevarla en dirección a mi coche.
           
Nos despedimos de Úrsula, Marty y compañía con un gesto de cabeza, antes de salir definitivamente de aquel lúgubre lugar.


Leonard
En los últimos días, Johnny había cambiado mucho. Aunque más que cambiar, había evolucionado como ser humano, pasando de ser un porrero salido a convertirse en un hombre maduro y responsable, que se había enamorado de una chica con problemas.

Porque por mucho que quisiera negarlo, Johnny sentía por Angela algo mucho más profundo que una simple amistad. Ninguna otra cosa podía explicar ese cambio de actitud tan repentino. Y si alguien todavía albergaba dudas sobre sus sentimientos, el abrazo que le había dado a Hans durante el entierro, las había despejado por completo.
           
El alemán todavía seguía en estado de shock después de aquel gesto de afecto que Johnny le había brindado. No estaba acostumbrado a que nadie le tocara, ni siquiera miembros de su familia, por lo que, el hecho de que Johnny todavía continuara con vida era un auténtico milagro.

— Ha sido un funeral muy íntimo — comentó Úrsula, rompiendo súbitamente el silencio reinante.

El matrimonio se había ofrecido a llevarnos a Tom y a mí en coche a casa después del funeral, aunque yo no podía evitar sospechar acerca de sus “desinteresadas” intenciones. Efectivamente, cuando llegamos a casa éstas se vieron confirmadas,  cuando Marty se bajó del coche con nosotros y le indicó a Tom que fuera subiendo, pues tenía que tratar unos asuntos conmigo. Tom reprimió una carcajada, al tiempo que me daba una palmada cómplice en el hombro.

— Suerte con el suegro, colega — me susurró, antes de entrar en nuestro portal.

— Leonard, Victoria nos ha dicho que tú y ella estáis saliendo y…

— Y te aseguro que la estoy tratando con el respeto que se merece. La quiero y sólo deseo que sea feliz conmigo.

— Bien. Espero que tengas eso muy presente de ahora en adelante, porque si le haces daño…

— Me arrancarás los genitales de cuajo y se los darás de comer a los tigres del zoo. Sí, he captado la idea, colega.

— No creo que los tigres quisieran comerse “eso”. Esos animalejos no tienen tan mal gusto, ¿sabes?

Puse los ojos en blanco antes de preguntarle con voz cansina:

— ¿Quieres algo más, Marty?

— Por ahora, no — replicó con voz cortante y una mirada tan amenazante que me heló la sangre.

Porque Marty, a pesar de ser un trozo de pan durante la mayor parte del tiempo, cuando se lo proponía, acojonaba bastante.


Angela
Desperté dos horas más tarde, tumbada sobre el viejo sofá del salón. Una gruesa manta me protegía del frío y la lluvia, que caía ahora con fuerza. Desde bien pequeñas, a mi hermana Iuta y a mí nos encantaban los días de lluvia. La suave brisa fresca, que nos dejaba la nariz helada; el penetrante olor a tierra mojada, que nos hacía sentir que formábamos parte de la naturaleza; la estridente melodía de los truenos, que nos obligaba a dormir abrazadas en las oscuras noches de invierno; la luz de los relámpagos, cuyo resplandor rasgaba el cielo como un sangriento puñal…

Pero ahora Iuta no estaba conmigo para compartir ese momento tan especial. ¿Dónde se habría metido? Cuando regresara, Hans iba a enfadarse mucho con ella. Jamás le perdonaría que hubiera abandonado a su familia para irse con otra. Y encima con otra, en femenino singular. Hans tampoco le perdonaría jamás que fuera lesbiana.

Me acurruqué bajo las mantas, sintiéndome muy sola de repente. Aquélla había sido la primera vez que había podido dormir más de una hora seguida desde la muerte de mi padre. Johnny había conseguido convencerme de que tomarme un calmante me ayudaría a descansar, y como siempre, había tenido razón.

— ¿Has dormido bien?

Su cálida voz de tenor me sobresaltó. Estaba parado, en el vano de la puerta, con una bandeja llena de comida entre sus manos.

“Comida”. El estómago me rugió con fuerza en cuanto vi el enorme trozo de pastel de chocolate que me había traído.

— Sí, sí. Perfectamente — repliqué con una sonrisa forzada, al tiempo que me incorporaba en el sofá, dejándole así un poco de sitio para que se sentara.

— Te he traído algo de comer porque pensé que tendrías hambre — me explicó, poniendo la bandeja en medio de nosotros —. Y… Bueno, lo cierto es que yo también tengo bastante hambre — añadió con una pícara sonrisa.

— Tú siempre tienes hambre, Johnny.

Mi amigo soltó una carcajada antes de reconocer:

— Pues sí. Es verdad.

A Johnny le pasaba algo. Podía palparse en el ambiente que estaba tenso como un palo y su risa era más histérica de lo normal. Los años de experiencia en ocultar mis verdaderos sentimientos a los demás, me habían convertido en una experta a la hora de detectar hasta el más mínimo atisbo de cohibición, nerviosismo o preocupación. Y en aquellos momentos, Johnny sentía una mezcla de las tres.

— ¿Johnny, ocurre algo? Te noto un poco raro. Bueno, quiero decir, más raro de lo normal…

— ¿A mí? No, en absoluto.

Pero sus gestos decían todo lo contrario. No paraba de dar golpecitos en el suelo con sus botas y miraba a todas partes con ansiedad. A todas partes, menos a mí.

— ¡Estate quieto! — le grité. Ahora la que estaba nerviosa era yo — ¿Se puede saber qué diablos te ocurre?
           
Él tragó saliva con fuerza, pero no contestó inmediatamente. Cuando estaba a punto de perder la paciencia, respondió:

— Llevo ya algún tiempo queriendo decirte esto, pero la verdad es que no sé muy bien cómo hacerlo. ¡Tiene gracia! Yo, que nunca he tenido problemas en esa materia, no sé cómo abordar el tema contigo.
           
Aquellas palabras me dejaron aún más confundida.

— Nunca he sido muy bueno explicándome, ¿Sabes? Aunque como suele decirse, “actions speak louder than words”. ¿Qué te parece si dejamos que nuestros actos hablen por sí mismos?

Tras decirme aquello, dejó la bandeja de la comida, que era el único obstáculo que se interponía entre nosotros, sobre la mesita del café, y se tomó mi rostro entre sus manos con fuerza.  

— Perdóname, Angela. Sé que no es el mejor momento para esto, pero no puedo soportar esta situación ni un segundo más. Te quiero.

Aquellas palabras, a pesar de que las había pronunciado horas después del funeral de mi padre, hicieron de aquel momento el más especial y feliz de toda mi vida.

— ¿Puedo besarte? — preguntó, con la inocencia de un niño pequeño.

Yo solté una carcajada divertida, antes de poner mis manos en su nuca, para atraerlo así hacia mí.
           
— Por supuesto que sí.   

11 comentarios:

  1. OMG!!!! Van a hacer guarradas el día del funeral de su padre!?!?!?! Muhajajaja. Me encanta Marty, es el mejor tío que nadie pudiera desear eh!! XDDD Y Hans... me gusta que sea un poco humano, aunque sin pasarse!! XDDD Yo sigo dandole vueltas a Iuta, cuando se entere va a estar destrozada, una cosa es no estar cuando tu padre muere y otra es no estar cuando muere y ni siquiera ir a su entierro. Va a ser super duro. Un besazo enorme, me ha encantado este capi!! =D

    ResponderEliminar
  2. Uyuyuy, ese Johnny, ese Johnny!!!! Me cae cada vez mejor, es un crack. Se notaba que le gustaba Angela, pero no pensaba que se lo iba a decir tan pronto y tan rápido. Muahahajaja.
    Y Hans... me está dando penita, parecía un imbécil y no lo es tanto... :( pobrecillos los tres (aunque Iuta no me cae bien, y cuando lo sepa...)
    PD: El nombre del capítulo es una de mis canciones preferidas. Queen me encanta :)
    Total: está genial. Un beso! =)

    ResponderEliminar
  3. ¡¡¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍIÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!!!
    ¡¡Sabía que iban a terminar juntos, lo sabía!! ¡Que bonito final, me encanta! TT_TT

    ResponderEliminar
  4. No se que tendré yo esta semana con la canción de queen pero "show must go on" no para de salirme por todas partes xD
    Wuhu! Johnny y Angela al fin juntitos, no me imaginaba que mi querido Johnny pudiera ser tan tierno. me ha gustado ^^
    A ver cuando regresa Iuta, saldrá algo de su viaje romántico?

    ResponderEliminar
  5. OOOOOOOOOOOOOh, yeah. Por fin.
    Ay que mono Johnny xD

    Y la verdad es que como has descrito a la abuela me has dejado un poco rara. una abuela de 1,80m ni me lo imagino ;)

    Publica pronto. Ya sabes que estaré a al espera :)

    Besos!

    ResponderEliminar
  6. Vaya, vaya con Johnny... qué mono se pone cuando se enamora...
    Me encanta =D
    Espero el siguiente capitulo =DD

    ResponderEliminar
  7. Ya acabé de leer, que penita me dado T.T El capítulo está genial, sabía que Johnny iba a acabar con Angela y me ha sorprendido bastante la faceta "acojonante" de Marty. xD
    Publica MUY PRONTO el siguiente, Athenea ^^Un beso :)

    ResponderEliminar
  8. Me encantó este capítulo, increíble =D
    Al principio parecía un poco triste (otra vez XD). Pero con lo de Marty y la sugerencia de Leo para los pobres animales... jaja.
    El final ha sido lo mejor tambié :)
    Siguiente cap pronto pero pronto ehh

    1 beso!

    ResponderEliminar
  9. oooooooooooo jajajaja amor amor bueno ya me he puesto al día ya me estare al pendiente cuando publiques más ahora que tengo el tuenti descansando.

    ResponderEliminar
  10. Sólo una cosita en lo que se refiere a Jonhy y Angela... oissss, que romantico!!! :P

    ResponderEliminar