My Playlist

Translate

"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

martes, 20 de diciembre de 2011

Capítulo XXIII.The Girl Keeps Coming Apart (Parte 2)

Bon soir, mes amis! Como lo prometido es deuda y yo soy mujer de palabra, aquí os traigo la 2 parte del capítulo 23. Algunos de vosotros ya lo sabéis porque lo comuniqué por tuenti, pero para los que no os tengo agregados pues no importa porque ahora mismo lo descubriréis: hay un nuevo personaje en la historia que aparece en el capítulo presente. Es de origen francés, y como tal, soltará de vez en cuando alguna parrafada en este bello idioma derivado del latín. Bien, puesto que muchos de vosotros no domináis la bella lengua de la Ilustración (ni yo tampoco, ya puestos XD) pues al final del capítulo hay un glosario con las tres frases que hay en franchute, y una en valenciano, traducidas. Confío en que este nuevo personaje os gustará y os hará reír tanto como a mí. 
Os aviso ya de que el capítulo es un poco chapucero, pero lo tenía que escribir porque es, por utilizar el lenguaje filológico, el nexo de unión entre este capítulo y el siguiente. No me queda nada más que añadir excepto que espero que os guste el capítulo, ¡un beso! 



Anna
— C’est la dernière fois que vous vous adressez à moi  par mon prénom. Vous avez bien compris ?
           
No, no parecía que Hans lo hubiese entendido en absoluto.

What did you say, motherfucker?

El deje de ira contenida que dejaban traslucir sus palabras me heló la sangre en las venas, pues todavía recordaba vividamente la dantesca escena que se había producido unos días atrás, en aquel mismo local, entre él y Leonard. Al alemán no le había temblado la mano a la hora de darle al pelirrojo una buena somanta de palos hasta hacerlo sangrar como un cerdo… Y a juzgar por la mirada envenenada con que observaba a su nueva presa, aquel francés presuntuoso le estaba haciendo perder la poca paciencia que le quedaba…

Monsieur, je crois que vous devez surveillez votre langue. Cet homme est très dangereux.

Aquel petimetre descerebrado se dio la vuelta hacia mí, para después recorrerme con una mirada entre admirada y perpleja. Ni él, ni ninguno de los clientes que había aquella noche en el local, habría podido imaginar jamás que una paleta como yo, que a duras penas era capaz de formular dos frases simples en un inglés más que rudimentario, pudiera hablar francés con esa soltura y fluidez.

Ma chérie, j’ai pas peur de cette bête — replicó el muy imbécil con aires de suficiencia —. I could kill him without thinking twice, you know.

Hans apretó los dientes y los puños con fuerza, señal inequívoca de que la ira que lo estaba carcomiendo por dentro no iba a tardar mucho en hacer acto de presencia. ¿Y dónde se había metido Rob? ¿Acaso iba a dejar que aquel chiflado fuera a destrozarle la cara a su fino amigo?

Como si hubiera leído mis pensamientos, el rubio salió del baño de señoras unos segundos más tarde, con la melena algo revuelta y los labios ligeramente manchados de carmín rojo. Se le había olvidado subirse la bragueta de los vaqueros y, por supuesto, tenía dos marcas rojizas en el cuello que no podían sino ser obra de la morena escultural que iba cogida de su mano, cual perrito faldero y en celo, con una satisfecha sonrisa cruzándole el rostro de oreja a oreja.

— ¿Se puede saber qué está pasando aquí? — inquirió, adoptando de forma instantánea una pose defensiva al percibir la mirada amenazante que el alemán le estaba dirigiendo a su amigo.

— Este imbécil — comenzó a decir el franchute, señalando a Hans con un dedo y tiñendo su voz con el tono más despectivo que pudo modular — se ha atrevido a manchar mi camisa de quinientos dólares con su maloliente cerveza. Si al menos hubiera sido champagne francés…
           
El posterior crujido de nudillos de Hans me hizo comprender que si no se callaba de una vez, el amigo de Rob se iba a ver abocado en serios problemas. El guitarrista, haciendo de nuevo gala de sus poderes telepáticos, se acercó a su amigo y trató de hacerlo entrar en razón.
           
— Tío, tampoco es para tanto. No es más que una puta camisa y se puede lavar, ¿sabes?, no es el fin del mundo.
           
— Que tú seas un hippy desgreñado que se ducha una vez a la semana y se pone lo primero que encuentra por las mañanas en el suelo nada más levantarse, no significa que los demás seamos como tú. Yo tengo una reputación que mantener…
           
— Rob, como el marica ese del champagne no cierre el pico de una puta vez, te juro que le reviento la nariz de un puñetazo.
           
La sala entera enmudeció de repente cuando, tras darse la vuelta muy lentamente, como midiendo cuidadosamente hasta el último de sus pasos para poder controlar sus instintos primarios, Rob enfrentó la mira furibunda de Hans con otra de su cosecha, mientras le decía:
           
— Toca a mi amigo y eres hombre muerto, alemán.
           
Me aferré a la barra con fuerza, en un intento de encontrar en ella el apoyo que faltaba para mantener el equilibrio y no darme de bruces contra el suelo. ¿Por qué mi padre me había obligado a abandonar España para acabar en aquel antro mugriento in the middle of nowhere donde la gente no sabía arreglar sus problemas si no era a base de peleas y discusiones sin fundamento que casi siempre acababan con uno de los dos contendientes herido, tanto en el orgullo como en el cuerpo? ¿Acaso mi progenitor encontraba divertida aquella forma grotesca de salvajismo medieval que rallaba lo absurdo? ¿Quizá pretendía que acabara mis días atada a uno de esos borrachos anormales que al acabar la noche no eran capaces ni de recordar su nombre de pila?
           
Como decían en mi pueblo “més val vestir sants que despullar borratxos”…
           
— Rob, no te metas — respondió Hans con voz contenida, pero en la que subyacía un deje letal, leve pero al mismo tiempo tan intenso que era imposible no darse cuenta de la amenaza implícita que traía consigo —. Esto es entre el francés y yo.
           
— Mira, comprendo que el tema de Alsacia y Lorena todavía pueda levantar ampollas entre vosotros, pero éste no es momento ni lugar para…
           
— Rob, no intentes hacerte el gracioso…
           
— No intento hacerme el gracioso, Hans, créeme — lo cortó el rubio con cara de pocos amigos, cruzando los brazos sobre el pecho en una pose desafiante que me robó el aliento. Ahora sí que parecía un guerrero vikingo en todo su esplendor, con esa melena rubia suelta y encrespada y ese aura belicosa dispuesta a arrasar con todo aquel que osara cruzarse en su camino —. El otro día pasé por alto la paliza que le arreaste al desgraciado de Leonard porque el pelirrojo se había pasado tres pueblos, pero ni sueñes que esta vez voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo sacudes a mi amigo. Estoy hasta los huevos de aguantar tus chorradas.

La mirada del alemán se oscureció antes de que diera un paso al frente, acortando así la distancia que lo separaba de mi vikingo. Cerré los ojos con fuerza, negándome a contemplar cómo ese sádico le desfiguraba la cara también a Rob. Se oyó un golpe seco, como el de un saco de patatas al impactar contra el suelo, seguido de un aullido de dolor. Abrí los ojos de golpe. Era el alemán quien yacía en tierra, con un ojo hinchado y el orgullo pisoteado. Y sin embargo, no fue aquello lo que más me sorprendió, sino el hecho de que era el gabacho quien se erguía triunfante sobre su presa, no Rob.


Victoria
Marty permanecía de pie frente a la chimenea, a espaldas de nosotras, como si temiera hacer frente a lo que estaba por venir; Tom, por su parte, estaba repantigado en uno de los sillones de cuero que había repartidos por el salón con la mirada perdida, como si su mente estuviera a kilómetros de distancia de esa habitación. Sin embargo, en cuanto Úrsula y yo entramos en el campo de visión de sus ojos color chocolate, se levantó de un salto de su asiento y salió a nuestro encuentro con una enorme sonrisa dibujada en su aniñado rostro.

— Victoria, por fin has vuelto a casa — murmuró mientras me estrechaba con fuerza entre sus brazos. Enterré la cabeza en su pecho, ocultando así las lágrimas que comenzaban ya a agolparse en mis ojos. Era consciente de que iba a manchar su camisa negra, pero al mismo tiempo sabía que Tom no le daría importancia a ese hecho sin importancia. El penetrante aroma de su aftershave inundó mis fosas nasales, envolviéndome en su familiar y agradable fragancia, llenándome de una paz que una vez había conocido, pero que no fui capaz de valorar lo suficiente.

— Victoria.

Aquellas tres simples sílabas, que tan acostumbrada estaba a escuchar todos los días, y que tantas veces había oído pronunciadas de sus labios, no hicieron sino revolverme el estómago. No fue la palabra en sí misma lo que me provocó náuseas, por supuesto, sino la voz que la había articulado. Albergaba tal dulzura su tono, tal docilidad, que cualquier persona ajena a esta historia habría podido jurar que aquél no era sino un amante abnegado que acababa de reencontrarse con su amada después de largo tiempo.

— Leonard… — repliqué, todavía sin soltarme de los brazos de Tom. Sospechaba que si mi amigo me soltaba en aquellos momentos, las rodillas no serían capaces de soportar todo el peso de mi cuerpo.

— Me alegro de que hayas vuelto — añadió con la voz quebrada. En respuesta, me aferré a Tom con más fuerza, hasta el punto de que casi le corté la respiración. Estando en España, olvidar a Leonard me había parecido algo posible y, hasta cierto punto, sencillo, pero al pisar suelo californiano, y más concretamente, al pisar la casa de mis tíos con el pelirrojo dentro, me había dado cuenta de que había sido una estúpida al creerme que estaba a salvo de él. Todavía lo quería, todavía lo deseaba fervientemente con cada fibra de mi ser. Me daba asco a mí misma por ser tan idiota y masoquista, pero aquélla era una realidad que no podía seguir negándome por más tiempo —. ¿No vas a decirme nada? — inquirió unos segundos más tarde, confuso por mi silencio.
           
— No sé qué quieres que te diga — repuse, haciendo acopio de valor y desasiéndome de la protección que los brazos de Tom me brindaban para enfrentarlo cara a cara de una vez por todas.
           
El impacto de verlo de nuevo, después de haber tratado por todos los medios de sacar su rostro de mi mente durante las últimas semanas, produjo en mí una sensación semejante al dolor producido por la estocada de un puñal envenenado. El mismo escozor abrasador recorría mis entrañas, desgarrando con su corrosiva aura los escudos que con tanto ahínco había alzado en los últimos días en torno a mi corazón.
           
— Creo que deberíamos irnos a dormir — apuntó Úrsula, en un intentó por apaciguar los ánimos —. Ha sido un día muy duro y necesitamos descansar. Mañana veremos las cosas desde otra perspectiva…
           
— Yo no necesito ver las cosas desde ninguna otra perspectiva, tía Úrsula — la corté bruscamente, sintiendo cómo la rabia iba haciendo mella en mí —. Tengo muy claro que el hombre que tengo frente a mí es tan tóxico como la mierda que empezó a meterse antes de que yo me fuera y ésa es una realidad que no va a cambiar con un par de horas de sueño.   
           
La mueca de impotencia y dolor que vi reflejada en su rostro apaciguó en parte la ira que sentía hacia él, pero no me hizo sentirme mejor. Por mucho que tratara de sentir lo contrario, el pelirrojo me había decepcionado en extremo y el ganarse de nuevo mi confianza iba a costarle mucho más que una carta de amor llena de palabras vacuas y unas cuantas lágrimas de cocodrilo.
           
— Entiendo pues que no quieres saber nada más de mí — concluyó Leonard con la voz quebrada, mientras en sus ojos comenzaban a formarse unas gruesas lágrimas, que en otro tiempo habrían sido capaces de doblegar mi voluntad. 

Inspiré con fuerza en un intento por juntar el valor necesario para hacer frente a lo que estaba por venir, antes de avanzar en dirección al pelirrojo con la clara intención de zanjar aquel asunto de una vez por todas, de forma que nadie más saliera herido en el proceso.
           
— Yo no he dicho eso, Leonard. Lo que estoy tratando de hacerte entender es que lo nuestro, si alguna vez existió como tal, para mí está muerto y, por tanto, debemos dejarlo descansar en paz. Pero eso no significa que no podamos ser amigos, como lo fuimos al principio, o que no pueda ayudarte a superar tu adicción… Si es que estás realmente convencido de llevar a cabo ese paso tan importante.
           
No sólo Leonard, sino también el resto de los allí presentes se quedaron mirándome perplejos, como si no pudieran creer que aquellas palabras acabaran de brotar de mis labios. Había olvidado que aquella gente no solía comportarse con los demás de manera civilizada y racional, por lo que no era de extrañar que aquel gesto de madurez por mi parte los hubiera pillado a todos desprevenidos.
           
— ¿Amigos, entonces? — inquirí, tendiéndole mi mano para que la estrechara.
           
Asintió con la cabeza, al tiempo que una media sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labios. Me estrechó la mano con fuerza, prolongando aquel relativamente íntimo contacto todo lo que permitía la buena educación.
           
— Amigos — sentenció, recorriéndome de arriba abajo con una ardiente mirada, que poco tenía de amigable…




Vocabulario en lenguas derivadas del latín XD
C’est la dernière fois que vous vous adressez à moi  par mon prénom. Vous avez bien compris ?: Ésta es la última vez que usted se dirige a mí por mi nombre de pila. ¿Lo ha entendido bien?
Monsieur, je crois que vous devez surveillez votre langue. Cet homme est très dangereux.: Señor, creo que debería cuidar su lenguaje. Este hombre es muy peligroso.
Ma chérie, j’ai pas peur de cette bête : Cariño, no tengo miedo de esa bestia.
“Més val vestir sants que despullar borratxos”: Más vale vestir santos que desnudar borrachos.

7 comentarios:

  1. ¿El franchute ha tumbado a un tío de dos metros? ¡No me jo*as! xD
    Ais, Anna, que pilladita está por Rob, jajajajaja. Pobreta. Y el otro pasando de ella. Me apuesto algo a que el franchute intenta cepillarsela antes de Rob y que éste acabará celoso perdido, como buen mandril. xD

    Me gusta la reacción que ha tenido Vicky, creo que ha sido bastante acertada. Leo sigue siendo un inmaduro de mier*a. x)

    ResponderEliminar
  2. Ö
    "¿Amigos?" ¡Já! Una mier**. Que no se deje arrastrar Vicks otra vez, porque la caga. En fin...
    Y el franchute me ha encantado. Pijillo, pero ¡menudo puñetazo que le ha dado al imbécil de Hans!
    Ha molado el capítulo, aunque lo he encontrado muy breve.

    ResponderEliminar
  3. Que genial eso de meter un franchute en la historia, los franceses tienen muchisima guasa (te lo digo por experiencia xDDD)
    Pobre Victoria, lo que tiene que pasar, pero al menos lo ha afrontado con una madurez envidiable, y con mucha fuerza de voluntad, aunque eso de amigos, ya lo veremos... Leo tendrá que currarselo bastante si quiere algo de nuevo con ella!
    Siento no haberme estado pasando a leerte, simplemente es que no he podido conectarme T_T Problemillas :/ Se echaba un monton de menos la historia, y esta super interesante. ¿Y que más decir? Me alegro de estar de vuelta, un capítulo genial ^^
    Por cierto, subí nuevo cap, al blog, pásate cuando puedas. Un beso :)

    ResponderEliminar
  4. OMG!!! Pobre Hans!!! XDd Me encantan los franceses, no lo voy a negar, pero pobre vikingo mío!!1 XDD ainsss eso le va a doler mañana más en e orgullo que en el golpe XDD Y sobre Vick, bueno, me parece super correcto el trato a Leo aunque, siendo sincera yo no le hubiera dirigido siquiera la palabra, un tío tan despreciable no se merece ni un hola. En cambio mi querido Tom... Ainsss que ricurita de hombre!!! XDD Me encanta, a ver si en esta "Temporada" que pasa ella en California se enrrolla con Tom y se quita al tonto de Leo de la cabeza XDD Un besote enorme, por cierto, espero expectante la vuelta de Diana =P Muuuuacks!!

    ResponderEliminar
  5. ¡Ole tus narices Vicky! xD
    Pobre ella... pero a ver si Leo por fín recapacita del todo. No puede ocurrir como el quiera con solo decir unas pocas palabras.
    Quizás empiecen a ser amigos...pero él no quiere eso.
    Prefiero a Tom (L) (sí, yo también xD) opino igual que Esther sobre eso xD

    Genial como siempre Athenea.
    Un beso <3

    ResponderEliminar
  6. El gigante rubio ha caído... ante un Lannister y además francés XD. Si yo sabía que la estaba liando cuando he empezado a leer, por otro lado me mola cuando Ana llama a Rob su vikingo últimamente veo mucho eso del rubito fuerte jjajaja, malditos Lannisters. Creo que las cosas van a ser más diofíciles para Leo ahora que Victoria ha vuelto, aunque ella quiera ser su amiga le va a costar mucho recuperar a Tom, Úrsula y Marty. La cosa no ha echo más que comenzar.

    ResponderEliminar