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"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

jueves, 4 de octubre de 2012

Prólogo reescrito.

¡Buenas, gente! Después de mucho tiempo sin subir nothing at all hoy he decidido subir el prólogo reescrito de esta historia. Debo decir que no tiene absolutamente nada que ver con el prólogo que escribí la primera vez (ni siquiera sale Victoria) y está narrado en tercera persona (que va a ser la persona en la que voy a narrar la historia, exceptuando algunos capítulos y situaciones). Sin más, os dejo con el nuevo prólogo. Espero que os guste más que el anterior y que lo disfrutéis. ¡Un beso!



California, julio de 1987.      
Dio una última calada a su cigarrillo medio consumido antes de aplastarlo  desdeñosamente contra la base del cenicero de cristal. A pesar de que el termómetro rebasaba por mucho los treinta y ocho grados a la sombra, aquel pelirrojo testarudo se negaba en rotundo a quitarse la chaqueta de cuero, que casi parecía su segunda piel. Sus botas negras, del mismo material que la chaqueta, descansaban indolentes sobre la barra del local, que a esas horas de la mañana estaba tan desierto como un cementerio al anochecer. El pelirrojo dirigió una nueva mirada crispada al reloj que había sobre su cabeza. Las once y media. Ese imbécil había vuelto a dormirse.                    
Cogió el paquete de tabaco que había comprado aquella misma mañana y sacó un nuevo cigarrillo, dispuesto a llenarse los pulmones de nicotina durante el resto de la mañana. La camarera rubia le dedicó una mirada reprobatoria desde el otro lado de la estancia, a la que él respondió mostrándole en alto el dedo corazón. Ahora que ya no salían juntos no tenía por qué soportar aquellas ínfulas de superioridad que se gastaba la alemana. Puede que él fuera un borracho y un fumador compulsivo, pero al menos tenía el coraje suficiente para aceptarse a sí mismo y vivir en consecuencia. Ella, sin embargo, parecía llevar siempre un palo metido por el culo que la obligaba a caminar rígida y tensa, ocultando hasta el más ínfimo detalle de su personalidad tras una hipócrita sonrisa de suficiencia.
           
— Eh, Leo, tío, siento llegar tarde.
           
El ciclo de sus pensamientos sufrió un giro abrupto cuando la voz de Tom atravesó sus oídos. Alzó la mirada en su dirección para encontrarse de lleno con la eterna sonrisa de su amigo, que lo contemplaba con una mueca de diversión en los ojos que le hizo hervir la sangre en las venas.
           
— Como siempre — replicó mientras se encendía el nuevo cigarrillo. Tom puso los ojos en blanco antes de pasar al otro lado de la barra para servirse él mismo una copa de Jack Daniel’s. La despreocupación era al mismo tiempo la virtud y el defecto más destacados de su personalidad, algo que, si se le comparaba con una persona como Leonard, que la mayor parte del tiempo se encontraba al borde de un ataque de histeria, hiciera que contrastaran en grado sumo. Por ello, a pesar de que durante años se habían considerado el uno al otro como hermanos de sangre, el choque entre dos almas tan dispares estaba siempre a la orden del día.
           
— ¿Ha sucedido algo de carácter remarcable durante mi ausencia? — inquirió Tom, dotando a su voz de una afectada retórica medieval al tiempo que se sentaba en un taburete junto a Leonard.       
           
— Efectivamente. Según parece, Hans por fin ha encontrado petróleo en el fondo de sus fosas nasales.
           
— Demos gracias a los dioses por ello — replicó Tom sin abandonar todavía su afectada entonación, mientras alzaba su copa en alto con una teatralidad que rallaba lo absurdo —. Ahora que va a ser un hombre rico ya no tendrá que trabajar aquí y dejará de tocar los huevos.
           
Apuró la copa de un solo trago y cogió un cigarrillo del paquete de Leonard, que después se encendió con el mechero del pelirrojo. Desde que se fueron a vivir juntos unos años atrás, había establecida entre ellos una política de propiedad común: lo que era del uno podía disfrutarlo el otro. Sólo existía una excepción a la regla: las mujeres no se compartían.
           
— Entonces… — comenzó a decir mientras se recogía la larga melena castaña en una coleta baja — ¿Marty y Úrsula vuelven esta noche, no?
           
Leonard asintió con la cabeza, sin mostrar expresión alguna en su rostro. A pesar de que el pelirrojo era ya de por sí un hombre de pocas palabras, aquella mañana se encontraba especialmente callado e impasible. Tom paseó la vista por la estancia con curiosidad para finalmente posarla en el foco de su tormento. Soltó un resoplido muy poco sutil que hizo que Leonard volviera la cabeza en su dirección. Durante unos segundos sus ojos quedaron anclados en los del otro, manteniendo una discusión sin palabras que no finalizó hasta que el pelirrojo desvió la mirada de nuevo hacia la barra. Llevaban juntos tanto tiempo que las palabras no eran necesarias para expresar lo que sentían. Era ya tiempo de que Leonard olvidara todo el asunto de Iuta y se centrara de una vez por todas en el grupo.
           
— ¿Cómo será su sobrina? — inquirió Tom, en un intento por desviar la atención de su amigo de la presencia de la camarera.
           
— Si está la mitad de buena que su tía, yo me la tiro.
           
A Tom se le escapó una carcajada estentórea ante la bravuconada de Rob, que llegaba en ese momento del sótano con varias cajas de botellines de cerveza en las manos. Ahora que Marty no andaba cerca no había peligro de que les partiera la cara por hablar de su mujer como si no fuera más que un sabroso bistec y ellos unos pobres mendigos que llevaran meses sin probar bocado.  
           
— Estaría muy bien que ayudarais un poco, en vez de estar aquí todo el día tocándoos los huevos, ¿sabéis?
           
Rob todavía no estaba muy seguro acerca de si se sentía halagado u ofendido por el favor que Marty les había pedido de que se ocuparan del bar durante su estancia en España. Ellos eran músicos, no camareros, y la última semana en el local había resultado ser un auténtico infierno. Después de todo, él se había hecho guitarrista para no tener que trabajar, y ahora se veía obligado a ocuparse a tiempo completo de un bar que no era suyo sin cobrar, y a encontrar algún rato libre después para poder ensayar con el grupo. Y encima aquellos dos zánganos que tenía por compañeros no pegaban un palo al agua en todo el día.
           
— Estaría muy bien, sí — coincidió Tom —. Pero como te vemos tan centrado en la faena, no queremos importunarte con nuestra torpeza.
           
El rubio lo fulminó con la mirada antes de ponerse a colocar los botellines en su sitio. Muchos lo consideraban un bárbaro sin educación ni modales, cuyas ocupaciones se reducían al alcohol, el fornicio y la música satánica, pero cualquiera que se esforzara un poco en conocerlo de verdad se daba cuenta de que tras esa fachada de vikingo barbárico se escondía un hombre de honor incapaz de dejar a sus amigos en la estacada.
           
— Tíos, necesito unas buenas vacaciones — anunció, despatarrándose sobre la barra del bar.
           
— Para tener vacaciones primero hay que trabajar, cosa que tú no has hecho en tu vida.
           
— Tommy, tienes la lengua muy larga hoy. Ten cuidado no te la vaya a cortar.
           
El aludido soltó un resoplido por lo bajo, mientras le arrebataba a Rob un botellín de las manos. Iuta pasó por delante de ellos con una bandeja cargada de copas vacías y se quedó mirándolos con su clásica media sonrisa, que no llegaba a ser tensa, pero tampoco genuina. De hecho, aquella sonrisa sólo conseguía hacer que la sangre de quien la miraba se helara en las venas, signo inequívoco de que su dueña proyectaba una energía de lo más negativa allá por donde pasaba.
           
Ninguno de ellos le devolvió el saludo, por lo que la alemana siguió a lo suyo y se puso a fregar las copas. Leonard se removió incómodo en el taburete e hizo ademán de levantarse, pero Tom lo retuvo en su posición sujetándole el antebrazo con una mano. El pelirrojo lo fulminó con la mirada, mas el otro no se amedrentó.
           
— ¿Sabemos algo de Michael? — inquirió Rob, ajeno al parecer de la tensión que se palpaba en el ambiente — Esta noche tenemos actuación y no se le ha visto el pelo en los últimos ensayos.
           
— Está muy raro últimamente — replicó Tom con aire pensativo —. Creo que tiene problemas con la novia. O con su suegro más bien. Se conoce que al padre de Sally no le hace demasiada gracia que su hija salga con un vago melenudo que se dedica a tocar la batería en un antro de perdición.
           
— Las mujeres sólo traen problemas — apuntó Rob. Y el tono amargo y apagado que teñía sus palabras evidenciaba que hablaba desde la experiencia. 

5 comentarios:

  1. Como diría mi hermano: "Yeeeeah, man". XDD (¿he dicho yo eso? Madre mía, no me puedo creer que haya copiado algo de mi hermano xDD).
    ¿Cómo expresarlo? Me ha gustado mucho. Parece otra historia, la verdad, aunque los personajes sean los mismos. Escribes de una manera tan diferente a la inicial que parece escrito por otra persona. Tu forma de escribir en este relato me ha fascinado, has mantenido una calidad literaria muy alta (MUY alta, de verdad), sin que el texto sea pedante o lento en la narración. De verdad, Athenea, cada vez me asombras más. Como decías tú, esta historia va a cambiar completamente. Aunque lo cierto es que a Leo no lo veo igual que lo veía antes. Quiero decir, que desde ya veo que es un borracho y un fumata, como se describe él, pero cuando leí por primera vez algo de Leo me causó una mejor sensación, como si fuera más... ¿bueno? No sé si me explico: Leo parece ahora más "malote" (que es lo que se vuelve al final).
    En fin, que no me enrollo más. Un capítulo espléndido desde el punto de vista de la calidad literaria y estupendo en la forma de desarrollarlo. La nueva FFR promete mucho, Athenea. Muchomuchomucho.
    ¡Un beso enorme!

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  2. Buenaas! Cuanto tiempo ^^
    Llevo demasiado tiempo fuera de este mundillo y por el desentrene ya no percibo tan bien todas las cosas que percibía en los relatos en general pero puedo decirte que tu escritura se ha vuelto más culta y tu forma de narrar más madura. Cosa que esta genial y por la que te felicito :D
    En cuanto a lo que dice Laura TvdB sobre los personajes, yo no he notado tanto la diferencia pero por que ya sabía cuales eran sus personalidades pero si que las has acentuado un poco más de como estaban escritas al principio.

    Me gustaría leer como te esta quedando por que esto es como el efecto mariposa, cambias una cosita de nada y ya cambia todo xD Solo espero que esta vez Victoria me caiga un poco mejor XDD

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  3. Me gusta ver que ya vienen los avances aunque yo vaya retrasando los míos por fuerzas de inspiración. Me gusta que Leo tenga aquí una nueva pose de más en su sitio que en la anterior. Iuta fría como el hielo me ha molado y Robb se le ve más fuerte y resentido que antes, Tom está como siempre con ese no he visto mucha novedad jajajaja.

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  4. Echaba de menos nuevas entradas en este blog :) Me alegra ver que la reescritura va bien... sigue, porque se nota la mejoría, de verdad, ¡y eso que al principio no parecía que hubiera nada que cambiar! Pero supongo que según escribías todo se fue embrollonando más y más (a mí me pasa ;) ), y por eso conviene echarle un ojo otra vez al principio... escribir es más que nada reescribir, corregir, reescribir. Me gusta este nuevo enfoque de el principio, y como ya han comentado, está genial que se vea a Leo tal como es, pero también los demás; Tom igualito con su tono de burla, Iuta con esa pose tan gélida suya... en fin, ¡mucha suerte con el trabajo que te queda!

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  5. Athenea, ¡ME ENCANTA!
    Me encanta el giro que le has dado al inicio de la historia. Si mal no recuerdo, creo que el inicio "original", el que primero escribiste, empezaba con Victoria.
    Se nota mucho mucho mucho que has mejorado. No sé, la evolución es hasta impactante.
    Estoy enamorada Rob y de Leonard, ya lo sabes. (¡Pelirrojos al poder!) :3

    Un beso muy fuerte, me alegra poder leerte de nuevo después de mis meses de ausencia.

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