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"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

viernes, 14 de octubre de 2011

I Want Action Tonight.

Buenas tardes, queridos lectores. Después de dos semanas sin subir absolutamente nada a este blog (ni a los otros tampoco, ya puestos) os traigo el primer relato de FFR. Ya sé que dije que el primero sería sobre Marty y Úrsula, pero después de tanto tiempo leyendo el blog ya sabréis que cuando digo algo (con respecto a mis escritos) rara vez lo cumplo XDD. En fin, la cosa es que el otro día escuchando a los GN'R me vino a la mente la imagen de Rob y me inspiré, pero la escena que se dibujó en mi imaginación no tenía nada que ver con el hilo argumentativo (se notan mis clases de teoría de la literatura, ¿eh? XD) de FFR y entonces decidí hacerla en un relato aparte. En otras palabras, esta minihistoria no forma parte de la trama de FFR y los hechos que voy a narrar a continuación pueden tener, o no, algún parecido con lo que le va a pasar en la historia "real", por llamarla de alguna manera. Por lo tanto, no os hagáis ilusiones con los personajes ni con lo que les va a pasar.

Por otro lado me gustaría también señalar que he escrito este relato con las nuevas normas de la RAE (con las que no estoy para nada de acuerdo, dicho sea de paso). Así que si veis algún "solo" sin acento o los pronombres demostrativos (este, ese, aquel, etc) también sin acento, pues no os alarméis (aunque sé que la mayoría no lo haréis XD). En fin, no me enrollo más. Disfrutad con la lectura, aunque ya aviso que el relato es bastante corto y nada del otro mundo. ¡Un beso!
P.D. Para la semana que viene espero poder subir el próximo capítulo, aunque no prometo nada.  





No había dejado de mirarme en toda la noche. Una mirada hambrienta y curiosa que recorría mi cuerpo sin pudor alguno. Eso me hizo preguntarme hasta qué punto sería real aquella timidez que la caracterizaba. ¿Sería solo una máscara, una fachada para que su padre la siguiera considerando como la dulce muchacha virginal que se suponía que debía ser? O tal vez el problema era que no había tenido nunca la oportunidad de mostrarse como realmente era.

— Ponme otra copa, Emma.

No podía evitarlo. Por mucho que me esforzara en ser amable con la gente, era un ser antisocial y desagradable, cuya voz era incapaz de modularse a un tono agradable o, por lo menos, educado. Emma se giró en mi dirección con cara de perros (es decir, la misma con la que miraba a todo el mundo) antes de servirme un nuevo vaso de vodka.

— Hace días que no veo a Iuta — comencé a decir, en un intento por sacar un tema de conversación con la “simpática” camarera  —. ¿Sabes si le pasa algo?

El rostro de aquella bruja se ensombreció en cuanto pronuncié el nombre de la alemana. De modo que Leonard no había mentido, esas dos lo habían dejado.

— Lo que le pase a Iuta no es asunto tuyo, rubio — replicó, impregnando sus palabras con un tono tan corrosivo como el ácido. Al principio no comprendí qué podía tener en contra de los rubios, pero entonces recordé el color de pelo de Iuta.

— No, y por lo que parece tampoco es tuyo ahora.

Si las miradas matasen, Emma me habría reducido a cenizas en aquel mismo instante. La ruptura era todavía muy reciente y yo había tenido la feliz idea de hurgar con un hierro candente en la herida abierta y sangrante de aquella puta. Porque, teniendo en cuenta lo que me había contado Leonard, eso es lo que era.

— No te metas en lo que no te importa, Rob — siseó entre dientes, conteniendo a duras penas la furia que bullía en su interior.

— En eso tienes razón. Si te has tirado a otra a espaldas de Iuta, eso es algo que solo os incumbe a ella y a ti. Pero dime, de hombre a hombre, ¿la morena esa folla bien? ¿Sabes si también le gustan los tíos? Podríamos quedar un día los tres, ya sabes, para divertirnos un rato…

El brillo letal que refulgía en el fondo de sus ojos me hizo comprender que si seguía provocándola de aquella manera, la botella de vodka que aferraba en su mano derecha iba a impactar con fuerza contra mi cabeza, rompiéndose en diminutos cristalitos teñidos por el vivido color borgoña de mi sangre.

Pero no podía evitarlo. Era un hijo de puta por naturaleza y esa zorra siempre me había resultado repulsiva y desagradable. Ya iba siendo hora de que alguien la pusiera en su sitio. ¿Y por qué ese alguien no iba a ser yo? Sin embargo, la llegada de Marty me anuló toda la diversión.

— Emma, necesito que vayas al almacén a traer unas cuantas cajas de Bourbon, que se nos están agotando las existencias.

Durante algo más de quince segundos, Emma no respondió. Se limitó a traspasarme con su vengativa mirada, que gritaba a todas luces el clásico de: “esto no ha terminado”. Yo esbocé una sonrisa afectada, que podría traducirse por: “eso no me lo dices en la calle, zorra”. Pero el gesto de Marty, cuando alzó su barbilla en dirección al almacén, dio por concluida nuestra conversación no verbal. Ese cabronazo podía parecer inofensivo, pero cuando se lo proponía, imponía más que Atila con su caballo.

Emma tuvo el acierto de hacer caso a su jefe esta vez, dejándome solo ante el peligro, o ante la barra más bien. Apuré la copa de un trago y le hice una seña a una de las camareras nuevas para que me sirviera otra. Aquella noche estaba inquieto, necesitaba acción. Una pelea o un buen polvo que me ayudaran a desfogarme y a descargar toda la adrenalina acumulada…

— Hola, cielo, ¿te apetece que vayamos a un sitio más privado, donde podamos hablar más tranquilos y…? Bueno, tú ya me entiendes — susurró de repente en mi oído una sensual voz femenina, interrumpiendo abruptamente el hilo de mis pensamientos.

Ni siquiera me digné a darme la vuelta para mirarla. Su estudiado tono meloso y su perfume barato de putón no dejaban lugar a dudas acerca de la clase de mujer que era. Su físico tampoco iba a ser fuera de lo común: alta, escuálida, con la larga melena ondulada y grasienta, teñida de un amarillo chillón que dañaba la vista.               

— No tengo dinero — repliqué con aire cansino —. Además, me parece un derroche malgastar mis ahorros en echar un polvo, cuando puedo tener gratis todos los que quiera.

— ¡Pero serás cabrón! — gritó ofendida, haciendo que más de la mitad de los clientes del bar, es decir, los que no estaban borrachos todavía, se giraran en nuestra dirección. Yo, por mi parte, no tuve más remedio que encararla. Y debo admitir que me había equivocado con ella. No se había teñido el pelo de amarillo, sino de naranja.

Parpadeé dos veces, molesto. Aquel color tan antinatural me irritaba los ojos, o puede que fuera el vodca, que comenzaba a hacerme efecto… ¿Quién sabe?

— ¡No soy ninguna puta! ¿Pero qué te has creído, desgraciado?

La muy zorra me dio un guantazo que casi me saca la mandíbula del sitio. Me tambaleé hacia atrás, pero por suerte pude agarrarme a tiempo a uno de los taburetes que había junto a la barra, evitando así la caída.

— ¡Joder! — oí maldecir a Marty — ¿Es que no podemos tener una noche tranquila en este bar?

— ¡Este gilipollas ha insinuado que soy una puta! — exclamó hecha una furia, al tiempo que me señalaba con un dedo acusador.

— ¡¿Cuánto cobras por hora, guapa?! — le preguntó uno de los clientes de las mesas del fondo, antes de que él y sus amigos estallaran en sonoras carcajadas. El bocazas era Eddie, cliente habitual del bar.  Se trataba de un motero, barrigudo y calvo, que como siempre iba aún más borracho que yo antes de las doce.

La pelirroja desteñida estaba empezando a cabrearse de verdad, aquello era más que palpable tanto en el temblor de sus manos como en el violento fuego que ardía en el fondo de sus ojos. Estaba a punto de soltarle una hostia a alguien, y teniendo en cuenta que yo era el que más cerca se encontraba de ella, también era el que más papeletas tenía para ser el primero en recibir la descarga de su ira. Me aparté unos pasos de la zorra chiflada en dirección a Marty. Él era el dueño del local, se suponía que tenía que imponer el orden… ¿No?

Y sin embargo, esto fue lo que salió de sus labios:

— Rob y Eddie, haced el favor de comportaros como los caballeros que sois y pedidle disculpas a esta dama.

Aquella absurda sugerencia hizo que las carcajadas de Eddie y sus amigos aumentaran de volumen. La pelirroja desvió entonces su atención de mí, para fijarla por completo en los moteros. Cuando uno de ellos hizo un gesto obsceno en su dirección, aproveché para coger mi chaqueta y mi walkman y hacer mutis por el foro. Me había equivocado estrepitosamente. Aquella noche no necesitaba una pelea, necesitaba otra puta copa.

La fresca brisa nocturna azotó mi rostro con fuerza en cuanto estuve fuera del bar. El contraste entre las cegadoras luces del local y la irrespirable cortina de humo de los cigarrillos de los clientes, que ya casi formaba parte de la decoración del establecimiento, con el ambiente limpio y oscuro de la calle resultaba mareante. O puede que el vodka fuera el causante de dicho efecto. Qué estúpida es la mente humana. Pierde el tiempo buscando las causas de los problemas en vez de tratar de ponerles remedio…

— Rob, ¿te encuentras bien? — preguntó una tímida voz femenina a mi espalda. La misma que había estado observándome durante toda la noche.

Solté un largo suspiro cansado. No me apetecía hablar con ella en ese momento. De hecho, no me apetecía hablar con nadie.

— Si has venido para que te eche un polvo, cariño, debo advertirte de que esta no es mi noche.

— ¿Por qué siempre tratas a la gente de un modo tan obsceno y desagradable?

— No lo sé. ¿Por qué eres tú tan modosita cuando está tu padre o Marty delante y cuando estás sola te dedicas a desnudarme con la mirada?

— Yo… no… te estaba… desnudando…

Seguía de espaldas a ella por lo que no podía verle la cara, pero no me hacía falta para saber que estaba roja como un tomate. Aquella mujer era demasiado predecible.

— Vamos, cariño, acéptalo — comencé a decir, dándome la vuelta para enfrentar su mirada —. Te pongo cachonda.

— Estás borracho — replicó, trastabillando hacia atrás, con una mezcla de miedo y vergüenza en sus ojos castaños.

— Y tú, necesitada de sexo sucio y salvaje.

Todavía hoy no sé por qué, pero comencé a avanzar en su dirección. A medida que me iba acercando, ella iba retrocediendo, como si estuviéramos jugando al gato y al ratón. Pero su espalda no tardó en chocar contra la puerta del local, dejándola completamente a mi merced.

— ¿Sabes? — inquirí, apoyando un brazo a cada lado de su cabeza, atrapándola con mi cuerpo. Y como habría dicho Tom en aquellos momentos, era innegable que la pequeña damisela se encontraba terriblemente nerviosa e insegura en aquella posición, pero era aún más innegable el deseo que la embargaba — Creo que no eres la única que esta noche necesita una buena dosis de sexo salvaje.

8 comentarios:

  1. ¿Sí esto es una minihistoria, quiere decir que vas a poner mas de Rob o Anna?
    Por cierto, te he visto un fallito, cuando Rob esta describiendo la parte en la que Enma quiere reventar la botella de Vodka en su cabeza, Vodka lo has escrito con C.

    Besitos.

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  2. Ya se echaban de menos tus historias ^^Como diría Tom, es innegable que tus relatos me mantienen enganchadísima.

    p.d. Espero que te esté yendo bien en la uni :)

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  3. Me encanta, te sigo, aunque no sé muy bien si es una historia ya empezada o un microrrelato o que.. Espero que me respondas (:

    Un beso! (:

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  4. ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Me encanta! Tía, he muerto con Rob, cuando le dice:
    -Acéptalo: te pongo cachonda. xD
    Es BRU-TAL.
    Sin embargo, te he visto un pequeño fallito. Hacia el final, has puesto en un diálogo:
    -¿Por qué eres siempre tratas a la gente de un modo tan obsceno?
    Sobra la palabra "eres". xD
    Un beso, Athenea. Encantada de leerte de nuevo. :)

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  5. No está nada mal este relato colega, me ha gustado mucho como expandes el mal concepto que se tiene de este zagal y sobre todo me gusta la escenita de la pelirroja desteñida. Ha sido un primer relato estupendo.

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  6. Tú, me has dejado con ganas de más, ya sabes que siguieras describiendo con detalle lo que pasa, que desilusión me he llevado. Estaría genial que en la historia real pasase algo parecido, oish *-*

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  7. Vaya vaya... Así que a Rob no le disgusta Anna... Eso es alucinante XDd La verdad es que estoy con él, a esa chiquilla le hace falta un buen polvo y después una ducha fría XDD Así se le pasa a vergüenza, la ñoñería y todo lo demás XDD
    Ainss estas chicas... =P Me ha gustado mucho, Rob ha sido todo un descubrimiento XDD Besotes!

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  8. Dos polos opuestos colocados en situación de juego xD

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