My Playlist

Translate

"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

jueves, 23 de agosto de 2012

Gélido París


Buenas tardes, chic@s. Ya sé que llevo mucho tiempo sin actualizar ninguno de mis blogs pero entre las vacaciones, que he estado enferma y que no me venía la inspiración, no he podido hacerlo. Hoy me ha dado la vena y me he decidido a escribir un relato invernal (probablemente porque estoy hasta los huevos del puto calor). Es un poquito raro pues 1. se sitúa en 2010 (en vez de 1987, que es la época en la que está ambientada la historia), 2. está escrito en tercera persona, 3. no sale nada roquero. Creo que debido a la ciudad en que se desarrolla el relato ya sabréis de qué personaje es y espero no decepcionaros. Sólo me apetecía hacer algo diferente con esta historia, darle un punto de vista diferente y un giro que no os esperarais. By the way, sólo hay una frase en inglés en todo el texto, así que no me os quejéis XDDD. En fin, espero que os guste y dejéis comentarios. ¡Un beso!



París, diciembre de 2010.

El frío invernal azotaba inclemente sus mejillas desnudas mientras él, ajeno al bullicio matutino, se paseaba indolente por las calles de París. En el ambiente se respiraba el empalagoso regusto prenavideño que tanto había amado en los felices años de su niñez, cuando sus abuelos aún vivían. Cuando su familia todavía podía ser denominada como tal. Pero la inocencia de aquellos tiernos años no había tardado en verse truncada por el fantasma del odio y la ambición de sus padres. Soltó un suspiro hastiado al tiempo que apretaba el paso, sintiéndose repentinamente enjaulado en medio de la calle. Aquella festividad hipócrita y consumista siempre conseguía amargarle el invierno.

Respiró aliviado cuando por fin puso un pie en la cafetería. Aquél era uno de los pocos recuerdos buenos que conservaba de Estados Unidos, tal vez porque la estética de un Starbucks era radicalmente contrapuesta a la de aquel antro de moteros californiano en el que ninguna persona con el pleno uso de sus facultades mentales se atrevería a entrar. Tuvo que hacer memoria para poder recordar el nombre del local: el Hellfire. ¿Seguiría abierto? ¿Habría cambiado de dueños? ¿Habrían embargado a Marty por falta de pagos? “No”, se dijo. “Lo más probable es que lo hayan cerrado tras una redada policial”.

— Por favor, quisiera un frapuccino de mocca de tamaño mediano, gracias.

Habían pasado algo más de veinte años desde la última vez que los vio. Angela y Johnny debían de haberse casado ya y Victoria sería catedrática en alguna universidad de España. Una sobredosis habría acabado con Leonard tras una noche de desfase con algunas groupies entre bastidores. Tom seguiría tan solo como siempre y sin duda Hans y Rob se habrían matado entre ellos en una pelea de algún bar de mala muerte. Y ella… ¿Habría sido ella capaz de encontrar a una mujer que la quisiera y la comprendiera? ¿Habría conseguido ser feliz al fin?

A pesar del paso del tiempo, a pesar de todas las llamadas y cartas que había recibido de ella a lo largo de los años, nunca se había sentido mentalmente capaz para responderlas. El orgullo había dominado su vida durante demasiado tiempo, y ahora, a sus cincuenta años, ya no se sentía con fuerzas para luchar contra él. Había tratado en vano de hallar refugio en los brazos de otras mujeres, cuidadosamente seleccionadas: todas ellas rubias, todas ellas de ascendencia germánica. Pero la soledad se había cernido sobre él como si de una negra sombra se tratara.

Nunca se había casado ni tenido descendencia, el trabajo había sido siempre su único hogar. Y no comprendía por qué, aquella fría mañana invernal todo el peso de la soledad que había arrastrado a lo largo de los años había caído de golpe sobre sus hombros como una pesada losa. Depositó el vaso de plástico sobre una de las mesas vacías y se sentó en el mullido sillón que había frente a ella mientras se esforzaba por mantener la mente en blanco. Mas el prístino rostro de aquella mujer inalcanzable se formaba inexorablemente tras sus párpados, torturando su alma condenada a un amor no correspondido.

Sorbió aquel líquido helado de un trago a pesar de la gélida temperatura imperante. Gélido como el odio que revestía su corazón, gélido como el tiempo que había vivido desde que regresó de California veinte años atrás. Tan gélido como el propio París.  

Cuando hubo dado buena cuenta de su consumición, se dejó caer pesadamente contra el respaldo del sillón y dirigió la mirada hacia las ventanas laterales, que ofrecían una vista privilegiada de la ciudad y sus habitantes. París era tan hermosa en esa época del año… Y sin embargo él se sentía incapaz de apreciar su belleza.

Siguiendo un impulso del todo impropio en él, introdujo su mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó un papelucho amarillento, más de mil veces doblado, y carcomido por el paso del tiempo. El papel le temblaba en la mano cuando cogió el móvil y empezó a marcar. Úrsula le había dado ese teléfono en caso de emergencia, pero cabía la posibilidad de que se hubieran cambiado de número o de que les hubieran cortado la línea… Con esos roqueros uno nunca podía estar seguro.

Who is it? — respondió una voz ronca y masculina al otro lado de la línea. A pesar del paso de los años, Armand reconoció esa voz como la de Marty. 

5 comentarios:

  1. Aaaah! cuanto tiempo sin leer nada de esta historia! me alegra que sigas escribiendola ^^
    Ya sabía yo que Armand tendría algún royo raro con Iuta pero jolin, tantos años así no son sanos, ains.
    Y como siempre, nos dejas con la intriga de que pasará y me temo que este relato no tendra continuación... o si? Sea lo que sea lo que tengas planeado espero que lo escribas y que nos lo hagas llegar pronto ^^
    besos :D

    ResponderEliminar
  2. Madre mía. Odio reconocerlo en un relato donde Armand es el protagonista, pero ha estado increíblemente genial. Me ha encantado el tono triste y melancólico de las palabras, las descripciones y el vocabulario empleado. Enhorabuena. Para mí, uno de tus mejores relatos.
    Besos. :)

    ResponderEliminar
  3. Me alegro mucho de leer algo de FFR; lo cierto es que lo echaba mucho de menos.

    Al principio no sabía quién narraba. Pero después, cuando empieza a recordar a Iuta, a decir qué fue de cada uno, qué pinta él en París, me he acordado de nuestro franchute, jiji.
    Me ha gustado muchísimo el relato. Lo has narrado de una manera perfecta y sublime, con un tono nostálgico y triste, como ha dicho Sun. La sensación de que está solo en una ciudad tan bonita y tan mágica.
    Me ha fascinado. Serai-ce parce que j'adore Paris?
    Creo que por todo en conjunto. Aunque me ha dado mucha penita, espero que no se desarrolle así. :)

    Sigue así. Un beso. (:

    PD: No creas que me olvido de "Cueste lo que cueste". Aún tengo el segundo y tercer capítulo pendientes, pero en breves me pondré a ellos.

    ResponderEliminar
  4. ¿Qué mejor forma de olvidar a una mujer que acostándote con mujeres parecidas a ella? Con razón le digo Lannister, si será por algo. Me ha gustado sobre todo que dedique un poco al recuerdo de Marty y los demás. Menciono a Marty porque sigue siendo mi preferido después de tanto tiempo. A pesar de la calor que tenemos has sacado un relato fresco y eso es estupendo.

    ResponderEliminar
  5. ¿Qué me puede quedar a mi por decir?
    Al principio estaba un poco desorientada, por que no sabía quien era, pero a raíz de seguir leyendo el relato, sabía que era el franchute ^^
    Me ha encantado, a estado genial, pero ¿estas dando a entender cosas de la historia? o ¿es simplemente por escribir? XD
    Tegno curiosidad.
    Un besazo enorme.

    ResponderEliminar