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"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

sábado, 25 de junio de 2011

Capítulo XII. I love playin' with Fire (Parte 1)

Victoria 
Le perdí la pista a Leonard en cuanto salió del restaurante. Ese pelirrojo era mucho más rápido que yo, por lo que, por mucho que me esforzara, no iba a ser capaz de alcanzarlo. Supuse que se habría ido a casa, ya que el único refugio que le quedaba aparte de éste, era el bar de Marty, que por motivo de la boda, no se abriría hasta la noche siguiente.

Fui hasta la parada de taxis más cercana, y esperé a que apareciera uno que me llevara hasta el hogar del pelirrojo. Podría haber ido andando, pero no estaba acostumbrada a llevar tacones, y mis pies ya se habían resentido lo suficiente durante la “persecución” de Leonard, como para tener que ir a pie a cualquier otro sitio.  

Tenía que arreglar las cosas con él. Obviamente había malinterpretado la “oferta” que me había hecho Tom mientras cenábamos, por eso se había puesto así. Claro que, ya estaba enfadado antes de la cena. Nos había tratado a Tom y a mí con desprecio, como si se sintiera traicionado. ¿Acaso estaba celoso de su amigo? Sí, eso tenía que ser. Pero lo cierto es que no tenía ningún derecho a estarlo. No estábamos saliendo. Yo no era de su propiedad.

Pero entonces recordé lo que había sentido al enterarme de que Iuta y Leo habían estado saliendo juntos. No me había dado cuenta hasta aquel mismo instante, o puede que simplemente no hubiese analizado debidamente mis sentimientos, pero lo cierto es que ese resentimiento injustificado que sentía hacia ella, tenía su origen en el hecho de que hubiese compartido con Leonard algo más que una simple amistad. Ahora lo veía claro, había estado celosa de Iuta todo ese tiempo. ¿Cómo podía entonces, exigirle a Leonard que no actuara de igual modo con respecto a Tom?

— ¿Quiere que la lleve a algún sitio, señorita?

La voz del taxista me sacó de repente de mis cavilaciones. Me subí en el asiento trasero del vehículo, le indiqué al buen hombre la dirección a la que me dirigía,  y me incliné hacia atrás en el asiento, tratando inútilmente de poner orden al caos de pensamientos que controlaba ahora mi mente.  

¿Estaba enamorada de Leonard? Eso no era posible. Sólo éramos amigos, además, acababa de conocerlo, por lo que era demasiado pronto como para haber “caído en sus redes”. Pero ¿Qué otro motivo sino podía explicar el que estuviera esa noche, metida en un taxi de camino a su casa? Esa noche, en la que tendría que haber estado en la boda de Michael, uno de los mejores amigos de mi tío Marty.

— Señorita, hemos llegado — me indicó el taxista, sacándome de nuevo de mis cavilaciones, con su grave voz de camionero.

Me bajé del vehículo después de haberle pagado el precio estipulado, y crucé a la acera donde estaba la casa de mi amigo el pelirrojo. Estaba a punto de llamar al telefonillo, cuando alguien abrió el portal desde dentro del edificio. Era un hombre mayor, que bajaba a tirar la basura, y que tuvo la amabilidad de aguantarme la puerta para que entrara.

— Buenas noches, chiquilla — me saludó con una amable sonrisa, antes de echar a andar calle abajo, hacia los contenedores.

— Buenas noches — repliqué, entrando en el edificio, ése que en las últimas semanas se había convertido en mi segunda casa.

Todo estaba igual que la última vez que había estado allí, apenas unas horas antes, y sin embargo, todo había cambiado. El pálido tono beige de las paredes me resultaba mareante, apenas podía soportar el mirarlo directamente. La vieja lámpara llena de telarañas, que antes me había parecido encantadora, me producía ahora escalofríos. Los buzones, la mayor parte de ellos atestados de propaganda, parecían decirme a gritos: “¡Huye de aquí, insensata!”

Comencé a subir las escaleras que conducían a la casa de Leo, con mi corazón latiendo a un ritmo infernal contra mi pecho. Todavía no sabía qué iba a hacer, y mucho menos qué iba a decirle. Pero estaba segura de que cuando lo tuviera delante, las palabras saldrían solas de mis labios, como el agua de un río fluye de manera natural a través de la montaña.

Cuando por fin llegué a mi destino, estaba sin aliento. Subir escaleras nunca ha sido uno de mis pasatiempos favoritos, pero el ascensor de casa de Leo y Tom siempre estaba estropeado, por lo que subir “a pata”, como decía Tom, era mi única opción. Y encima, ese día llevaba tacones. ¿No podían pasarme más cosas a la vez?

Llamé dos veces al timbre de la puerta. Nadie contestó. Lo intenté una tercera, sin obtener un resultado diferente.

— ¡Leonard, por favor, ábreme! — grité, después de la cuarta — ¡Leonard, te estás comportando como un crío! ¡Haz el favor de abrirme la puerta!

Estaba a punto de dar media vuelta y marcharme, cuando oí que alguien estaba descorriendo el cerrojo al otro lado de la puerta. Durante “mi paseo por la escalera”, había estado pensando en todo lo que iba a decirle en cuanto me abriera. Sin embargo, la imagen que apareció ante mí un segundo después en el vano de la puerta, me dejó sin aliento, y sobre todo, sin palabras...  

— ¿Qué quieres? — inquirió Leonard con voz cortante. Sin embargo, mi mente ya no podía prestar atención a lo que decía mi amigo, porque estaba demasiado ocupada comprobando que ese hombre era pelirrojo… Por todas partes… — Victoria — me llamó, devolviéndome súbitamente a la realidad. La cruel y dura realidad —, te he preguntado qué haces aquí.

— Yo… Quería hablar contigo — repliqué en un balbuceo, pues en aquellos momentos la única imagen clara que podía proyectar mi mente era la de su magnífico pecho desnudo… —. Pero supongo que tú no, a juzgar por cómo te has ido de la boda, y por cuánto has tardado en abrirme la puerta….

— Si he tardado tanto en abrirte la puerta es porque me estaba duchando, como tú misma has podido comprobar — replicó con tono ácido, al tiempo que señalaba su cuerpo semidesnudo con la mano, como si de esa forma quisiera reforzar su argumento.

— Ya, sí, eso es cierto — repliqué, incapaz de apartar la mirada de su cabello rojizo, que estaba ahora totalmente chopado —. Pero no puedes darme ningún motivo que excuse tu conducta de esta noche, durante la boda de Michael.

De su cabellera empapada, caían pequeñas gotitas que resbalaban por sus hombros y su pecho desnudo, de una forma que sólo podía considerarse como increíblemente erótica. ¿Cómo no me había dado cuenta antes de lo atractivo que era ese hombre? No. Sí que me había dado cuenta, pero no había tenido el valor de reconocerlo hasta aquel mismo instante.

El pelirrojo soltó una amarga carcajada ante mi respuesta.

— Yo no tengo por qué dar explicaciones a nadie sobre mi conducta de esta noche, Vicky. Y mucho menos a ti.

La manera tan desdeñosa en la que había pronunciado mi diminutivo, Vicky,  me hizo recordar la forma en que mis antiguas compañeras de instituto me habían tratado siempre. Puede parecer una nimiedad, pero para mí fue como si me clavara un puñal.

— Leonard, he venido aquí esta noche para que arreglemos las cosas, no para que las estropeemos aún más.

— ¿Arreglar qué, Victoria? No hay nada que arreglar. Vuelve a la cena con Tom, seguro que te echa mucho de menos.

— Yo no tengo nada con Tom, Leo — repliqué con tono cansino.

— ¿Ah no? — me contestó él con sarcasmo — Pues yo no creo que él lo tenga tan claro como tú.

Ante aquella respuesta tan típica de amante celoso y despechado, no pude sino soltar un resoplido hastiado. Estaba claro que Leonard no pensaba ponerme las cosas nada fáciles…

— Mira, Leonard, no me importa lo que piense Tom, ¿de acuerdo? Si así fuera, estaría ahora con él, y no tratando de razonar con un testarudo como tú.

— Quiero que te vayas, Victoria —me soltó, cerrando los ojos con fuerza —. Eres la última persona con la que me gustaría “razonar” en estos momentos.

— Leonard, te estás comportando como un crío malcriado.

— Y tú como una…

Se interrumpió antes de terminar la frase, pero a mí no me cupo la menor duda de lo que había estado a punto de decir. Y eso hizo que la sangre me hirviera en las venas con una furia que no había sentido nunca antes.

— ¡¿Cómo una qué, Leonard?! ¡Atrévete decirme a la cara lo que piensas de mí!

— ¡Victoria, lárgate de una puta vez! — gritó, igualando mi tono furibundo.

— ¡Dime lo que piensas de mí, si eres hombre, Leonard!

Cada vez estaba más furiosa con ese hombre tan arrogante, irritante, tozudo, creído y, sobre todo, gilipollas. Si no hubiese sido mucho más alto que yo, ya le habría soltado un buen bofetón.       

— Victoria…

— ¡Vamos, pelirrojo desteñido! ¡Dímelo!
           
Me había pasado de la raya. Podía ver claramente, por el dolor reflejado en sus ojos, que mis palabras lo habían herido en lo más profundo de su alma. No habían pasado ni dos segundos después de haberle dicho aquello, cuando me soltó entre dientes, con sus manos temblando violentamente:

— ¿Qué acabas de decir?

No estaba segura de si debía continuar con aquello. Después de todo, Leonard era mi amigo y sabía perfectamente lo susceptible que era en lo tocante al color de su cabello. Pero él también me había ofendido, y en aquellos momentos estaba tan furiosa, que no me importaba si Leonard sufría o no.

— Tu color de pelo es espantoso. Puede que ni siquiera seas pelirrojo natural…
           
Acababa de firmar mi sentencia de muerte. Leonard apretó los puños e inspiró con fuerza, llenando de aire sus pulmones, en un vano intento por calmarse. Estaba segura de que iba a matarme allí mismo, a juzgar por la tensión que dominaba su cuerpo en aquellos momentos. Pero nada más lejos de la realidad… 
           
— ¿Sí? Pues yo creo que tus pechos son demasiado pequeños para ser una mujer — hizo una pausa, y después añadió en un tono malévolo — ¿Acaso nos estás ocultado algo, Victoria?... ¿O debería decir Víctor?

Aquélla fue la gota que colmó el vaso. Si antes había estado furiosa, ahora una ira asesina bullía en mi interior, pugnando por salir.

— ¡Serás cabrón! — grité, al tiempo que me abalanzaba sobre él, sin considerar previamente las consecuencias que podían desencadenar mis actos.

Levanté la mano en dirección a su rostro, con la clara intención de darle una buena tunda, pero él tenía mejores reflejos que yo, por lo que consiguió agarrarme fuertemente de la muñeca y evitar mi golpe.

— Nadie insinúa que mi color de pelo no es natural — afirmó, con una oscura amenaza escrita en sus ojos esmeralda.

— Suéltame o grito.

Sí, ya lo sé. Esa amenaza es un topicazo de estas ocasiones, pero ¿qué queréis que os diga? En esta situación tan surrealista no se me ocurrió nada mejor que decirle.

— Eres tú la que has estado a punto de soltarme un guantazo y ahora quieres que yo que te trate con respeto, ¿no?

— Me estás haciendo daño.

— ¿Ah, sí? — replicó con sarcasmo — Tú a mí me has hecho mucho más daño.

— ¡Por el amor de Dios, Leonard! ¡¿Cómo tengo que decirte que no tengo nada con Tom?! Y aunque lo tuviera, no sería de tu incumbencia. Tú y yo no somos pareja.

— Eso es sólo porque tú no quieres.

Sus ojos verdes se clavaron entonces en los míos, recorriéndome lentamente con una mirada entre hambrienta y asesina. La piel me escocía, como si al mirarme, me estuviera quemando con el mismo fuego del infierno. No sería de extrañar que pronto me convirtiera en cenizas…

— Deberías irte ahora, Victoria — me advirtió con fiereza —. De lo contrario, no respondo de lo que pueda hacerte.

— ¿Vas a matarme? — pregunté con un hilo de voz.

— No, peor. Voy a devorarte.

6 comentarios:

  1. GUAU sin comentarios XD QUE ARAN LUEGO lEO Y VICTORIA U.U
    pasate por mi blog

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  2. ¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!! ¡Vaya tela, menuda bronca! XD
    Esta frase "m'ha matao":
    -"¡Vamos, pelirrojo desteñido! ¡Dímelo!"
    Jajajajajajaja le ha dado un golpe muy bajo. x) Y desde luego, Leo se ha comportado como un cabronazo: le insinúa que Victoria podría ser un travesti y ha estado a punto de llamarle una cosa horrible. :/
    Por cierto; ¿cómo eres tan mala persona de dejarnos con ese final?
    Te odio. XD (Mentira) (L)

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  3. aaaaaaa como nos puedes dejar así??? Eres más mala que yo xDD. Please!! Write the next chapter now!!!! (No sé si lo he dicho bien pero bueno xD)
    Estoy segura que el siguiente cap va a ser subidito de tono :P me encanta jaja
    Aunque, yo, sigo prefiriendo a Tom. xDD aunque me quedo con mi chico (l)

    pásate por mi blog cuando puedas!
    un beso!

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  4. LOL
    que haya escena erotica en el siguiente pliiiis!!! xDD el final a estado genial, con Leo intentando controlarse.. e-e
    Yo soy del team Tom, pero victoria no es para el xD
    publica pronto ^^

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  5. ME ENCANTA! el final me dejo con ganas de mas mas mas :)
    un beso, te sigo.

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  6. Vaya discusión de niños pequeños XDDD ¿Y ahora quiere tirarsela? Pero si acaba de decir que era un hombre por favor. Yo en ese momento me hubiera ido riendome a carcajada limpia y antes de bajar las escaleras le diría: ¿Sabes? Creo que necesito echar un polvo... y le dejaba tirado y mojado como un bichito en la lluvia XDd Muy buen capítulo, menudo arranque el de Leo XDD un besote!!

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