My Playlist

Translate

"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

domingo, 26 de febrero de 2012

Capítulo XXV. J'ai besoin de toi.

Después de casi un siglo sin subir nada por estos lares, he vuelto, compadres... ¡Para quedarme! XDDD. Siento muchísimo haber tardado tanto en continuar con la historia y en pasarme por vuestros blogs, pero han sido unas semanas un tanto caóticas. Y en esta ocasión no me refiero sólo a los trabajos de la universidad. Muchos sabéis que soy de Valencia y, supongo, todos sabéis también la que se ha liado por aquí durante estos días con la policía y demás gentuza que se hacen llamar "las fuerzas del orden". Encima, los muy hijos de puta se meten con el Luís Vives, el instituto donde hice bachiller, y me han tocado la moral. Por eso he ido a todas las manifestaciones que he podido y por ello iré también a la del miércoles. Chic@s, seáis de donde seáis, os pido que no os quedéis en casa y le demostréis al gobierno que el pueblo español no es tonto. Que queremos una educación y una sanidad públicas de calidad y no políticos corruptos y sinvergüenzas como los que tenemos en Valencia, ni tampoco una monarquía obsoleta que le chupa la sangre a los ciudadanos y se ríe de ellos en su puta cara.  Dicho esto, y que cada cuál actúe según le dicte su conciencia, también debo reconocer que estos días me he encantado un poco viendo películas de un actor francés que me encanta y del que ya os he hablado alguna vez (Vincent Cassel) en VOSE. No puedo dejar de recomendaros pelis como "L'Appartement" o "Mesrine" (que en la situación política que estamos viviendo es más que recomendable), así como "El pacto de los lobos" (que me enamoró). Debo decir, aun a riesgo de disgustar a Sun, que el francés es un idioma que cada día que pasa amo más, hasta el punto de que seguramente haré el minor en filología francesa. Eso, claro está, si la Rita Barberá y toda su cuadrilla de políticos corruptos y chupones no acaban antes con la enseñanza pública en Valencia. Y ahora sí, no me enrollo más XDDD. ¡Un besito y espero que disfrutéis con el capítulo (aunque ya aviso que es bastante flojillo, a causa de todo lo que os he comentado anteriormente)! :)



Victoria     
“This can’t be true, Marty. He cannot be dead”.
           
These were the first words that came out of my mouth after my uncle told me the whole story. I swallowed hard and tried to calm down but I couldn’t. Tears started to roll down my face as I realized what the situation meant. Leo had passed away… And I just couldn’t still be alive anymore.
           
“Who did this to him?”, I asked without looking him in the eye. I didn’t even know what I was saying. I wasn’t even capable of thinking straight.
           
“He is not dead, Victoria”, answered Marty in a soft voice. “Doctors are doing anything to save his life. We must have faith”.
           
Fucking Americans and their stupid faith, shouted the unreasonable voice of my mind. I couldn’t have faith in those moments, when the only man I had ever loved was about to die.

“He was shot, Marty”, I whispered, feeling the earth rumbling under my feet. I knew I was about to faint but I didn’t care. Nothing made sense for me anymore. “But I swear to God I will kill the son of a bitch who did this to him. I’ll rip his fucking head off. I swear, Marty, I swear!”.

Marty looked at me, his eyes sparkling with surprise. When our glances met, he realized I wasn’t joking.

“I suppose you’re not a child anymore”, he said, with a serious smile.


Iuta
Ce fils de pute m’a cassé la nez !  — exclamó Armand fuera de sí, al tiempo que se presionaba la parte inferior de la nariz con un algodón. La sangre salía a borbotones por ésa y otras partes de su cuerpo provocando en mí sentimientos radicalmente contrapuestos: repulsa, compasión… Pero sobre todo, culpabilidad.
           
— Armand, lo siento muchísimo — repetí por novena vez consecutiva aquella tarde —. Mi hermano es un desequilibrado mental, pero jamás pensé que pudiera llegar tan lejos…

— No es culpa tuya, ma petite. No has sido tú la que me ha pegado una paliza en mi propia casa, haciéndome sangrar como un cerdo y dejándome prácticamente inconsciente.
           
— No, es cierto. Pero sí he sido yo la causante de esa paliza. Si no me hubieran encontrado en tu casa…
           
— Tú hermanito me la tenía jurada desde la otra noche. Mi nariz estaba ya sentenciada, me temo. El hecho de que te encontraran en mi casa sólo le dio la excusa que necesitaba para justificar sus actos.
           
Solté un largo suspiro cansado antes de recostarme sobre el respaldo del asiento. A pesar de que nunca había probado el tabaco, en aquellos momentos habría dado casi cualquier cosa por poder darle una larga calada a un cigarrillo, sólo para poder sentir aquella sensación de paz de espíritu que los fumadores afirman experimentar cuando tienen entre sus dedos el “oscuro objeto de su deseo”… Aunque, por otro lado, seguramente Armand no me habría dejado fumar dentro del taxi.
           
— Siento mucho lo de tu jarrón — me apresuré a disculparme cuando el recuerdo de aquella pieza de aspecto tan caro haciéndose añicos en la cabeza de Dani me vino de repente a la memoria —. Por supuesto, te pagaré hasta el último centavo.
           
Aquel comentario dejó momentáneamente paralizados los músculos de su cuerpo. Su profunda mirada turquesa se clavó en la mía con tal intensidad que casi temí que con ella pudiera traspasar mi carne y mi alma. Segundos después la apartó, dirigiéndola al frente, como si estuviera ocultándome algo y temiera que las facciones de su rostro pudieran revelar algún dato de vital relevancia.
           
— No te preocupes — replicó al cabo de unos minutos, pero sin abandonar todavía su rígida postura —. No era más que un… trasto inútil sin valor alguno.
           
Y sin embargo, su mirada y la vacilación de su voz desmentían aquellas palabras. Una solitaria lágrima comenzó a descender por mi rostro cuando tomé por fin conciencia de todo el daño que esos dos inconscientes le habían hecho al pobre franchute. ¿Es que mi hermano no era capaz de hacer nada útil por la humanidad para variar, como perderse en un bosque y no volver jamás?

Aquella desesperada ansiedad que había experimentado aquella misma mañana inundó mi pecho de nuevo, desgarrándolo, haciendo trizas la máscara de tranquilidad que hasta entonces había mantenido con tanto esfuerzo. Por segunda vez aquel día sentí que me faltaba el aire, que las lágrimas comenzaban a anegar mis ojos. Nunca en mi vida había deseado tanto haber nacido en otra familia. Nunca en mi vida había deseado tanto gritar, atizar y estrangular a mi hermano como en aquellos momentos.

— Ey, ey, ma patite, qu’est-ce qu’il t’arrive? — inquirió Armand con preocupación, rodeándome con sus brazos para después atraerme hacia su quebrado pecho — No llores, chérie. C’est pas ta faute, d’acord?

Me aferré con fuerza a su camisa ensangrentada hasta que soltó un quejido de dolor. Me aparté levemente de él y alcé mis ojos empañados por las lágrimas hacia su rostro lleno de moretones. El corte del labio había dejado de sangrar por fin, pero no así la brecha que le habían hecho en la frente. No sin cierta vacilación, dirigí la mano derecha hacía su magullada mejilla y comencé a acariciarla suavemente con las puntas de los dedos. No había en ese gesto nada sexual o calculado, sencillamente necesitaba el calor y el apoyo que ese hombre podía y estaba dispuesto a brindarme.

Ça va, ça va, Iuta — dijo respondiendo a mi caricia. Una media sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro, pero no tardó en ser interrumpida por una mueca de dolor. Aquel gesto me recordó nuevamente que las inconsciencias de mi hermano no hacían sino acarrear nefastas consecuencias que después debíamos sufrir los demás. Pero esta vez se había pasado de la raya.

Unos minutos después, el taxista nos informó de que habíamos llegado a nuestro destino. Armand, siendo fiel a su exacerbada caballerosidad francesa, se ofreció a pagar el viaje, pero yo me negué en rotundo. Después de todo por lo que había tenido que pasar aquella tarde por culpa de mi hermano, lo menos que podía hacer era pagar el taxi.

Al apearnos del vehículo, dejé que Armand se apoyara sobre mí para ayudarlo a caminar hacia la entrada del hospital. Era la segunda vez ese día que cruzábamos juntos la puerta de aquel edificio, a pesar de que tan sólo hacía unas horas que nos conocíamos.

— Es extraño — comenzó a decir mientras nos adentrábamos en aquel artificial laberinto que desprendía un mareante olor a desinfectante —. Esta mañana me desperté con el presentimiento de que algo horrible iba a suceder… Y ese sentimiento no sólo no ha desaparecido todavía, sino que no que incluso se ha hecho más fuerte.

— ¿Qué quieres decir? — inquirí, sintiendo cómo los nervios volvían a atenazar mi estómago. Pero ¿qué más podía suceder aquel día? ¿Acaso unos terroristas disfrazados de enfermeras iban a volar el edificio?

— ¡Iuta! — gritó una histérica voz femenina desde la puerta del hospital. Me di la vuelta en su dirección de forma instantánea, en cuanto reconocí la identidad de su dueña. Ante mis ojos apareció una destrozada Victoria, que aferraba con fuerza la mano de su tío. No vi a Úrsula junto a ellos, por lo que supuse que habrían venido ellos dos solos. La pregunta era qué hacían allí y, lo más importante, por qué se encontraban en aquel estado de tan tremenda agitación.

— Han disparado a Leo — soltó Marty a bocajarro al percatarse de mi estado de confusión. Permanecí unos segundos en silencio tratando de procesar la información que acababa de recibir, hasta que finalmente lo comprendí. Aquélla era la confirmación del mal presentimiento del que Armand me había hablado unos minutos antes. Y lo peor de todo era que ese día tan surrealista no había terminado todavía…


Angela
Los rayos del mortecino sol otoñal comenzaban a filtrarse a través del cristal de la ventana de su habitación cuando Leo por fin abrió los ojos. Victoria se había marchado unas horas antes a casa para ducharse y cambiarse de ropa mientras que Johnny y yo nos habíamos ofrecido a cuidarlo en su ausencia.

Los médicos ya me permitían levantarme de la cama y dar cortos paseos por los pasillos del hospital, por lo se podía decir que había superado ya la situación de peligro. Muy pronto me darían el alta y podría regresar a casa… Con un más que ambiguo diagnóstico médico y cicatrices físicas y psicológicas que seguramente me durarían de por vida.
           
El pelirrojo recorrió la estancia con una mirada cansada y desorientada, seguramente tratando de discernir por la decoración de las paredes, o en este caso por la ausencia de ella, el lugar en el que se hallaba. Sus pesquisas parecieron dar finalmente sus frutos pues, mientras trataba a duras penas de incorporarse en la cama, inquirió, sin realmente dirigir la pregunta a nadie en particular:
           
— ¿Qué cojones hago aquí?

“Obviamente el atentado no ha supuesto ningún cambio positivo en sus modales”, pensé para mis adentros.  

Esbozando una indulgente sonrisa, Johnny se levantó del sillón que compartíamos y se acercó a su cama para obligarlo dulcemente a que volviera a recostarse sobre el lecho.
           
— Colega, el médico ha dicho que tienes que descansar.
           
El pelirrojo clavó su mirada esmeralda en el rostro de mi novio sin comprender. Pasados unos segundos, la confusión dejó paso al reconocimiento cuando su mente pareció encajar por fin todas las piezas del puzzle.

— ¿Dónde está Victoria? — preguntó entonces con aprensión  — ¿Ha vuelto ya a España?
           
Johnny negó con la cabeza.
           
— Se ha ido a casa a descansar un poco. Lleva aquí toda la noche.
           
Aquella respuesta hizo que su rostro se iluminara.
           
— ¿Ha estado aquí toda la noche… conmigo? — Johnny asintió con la cabeza, lo que le hizo esbozar una sonrisa satisfecha — Supongo que por mucho que trate de negarlo, todavía me quiere.

— Colega, no ases la liebre antes de haberla cazado, ¿quieres? — replicó Johnny sin dejar de sonreír —. Algo me dice que no te va a ser tarea fácil atrapar de nuevo a esa española.
           
El pelirrojo agitó la mano izquierda en el aire un par de veces, como restándole importancia al asunto.
           
— En cuanto vea que estoy vivo, pero que necesito serios cuidados femeninos para volver a ser el mismo heavy borracho de siempre, caerá rendida a mis pies.
           
— Leo, si realmente crees eso, es que eres más gilipollas de lo que pensaba.
           
Si las miradas mataran, Leo habría reducido a mi novio a un vulgar amasijo de cenizas. Pero lo cierto es que, si bien Johnny había utilizado un tono jocoso para referirse a aquel escabroso tema, no por ello había acertado menos con su comentario.
           
Al cabo de unos minutos, mientras ellos hacían bromas sobre música y deportes y yo leía las noticias del periódico, se oyeron unos suaves golpes de nudillo en la puerta.

A pesar de no estar bajo su piel, casi pude sentir cómo el corazón de Leo se paralizaba ante la esperanza que esa nueva visita suponía. Si se trataba de Victoria, aquélla sería la primera vez que se verían después de que le hubieran disparado. Si se trataba de ella, el pelirrojo tendría que poner su mejor cara de cachorrito abandonado para llevársela a su terreno. Si se trataba de ella… Johnny y yo podríamos irnos a mi habitación y aprovechar que no estaba su madre para darnos una muestra del cariño que nos profesábamos…

El picaporte de la puerta comenzó a girar en forma de preludio a la más que esperada entrada en escena del misterioso visitante. Un infinito alivio inundó mi pecho cuando la imagen de Victoria entró súbitamente en mi campo de visión. Sus ojos fueron a parar inconscientemente sobre la cama del paciente y el corazón le dio un vuelco. Leo esbozó una tímida sonrisa del todo impropia en él, al tiempo que la recorría con una anhelante mirada. Yo, a mi vez, le hice a Johnny un gesto con la mano para que nos fuéramos en seguida de allí. Aquellos dos necesitaban su momento de intimidad… Y nosotros también.


Marty
— ¡Marty, vamos a llegar tarde al bar! — exclamó Úrsula sin dejar de reír, al tiempo que se abrazaba con fuerza a mi cuerpo desnudo bajo las sábanas.
           
— Venga ya, Úrsula, no me jodas.
           
— Creía que eso ya lo había hecho hace un rato…      — replicó con una sonrisilla traviesa antes de mordisquear la punta de mi nariz con los dientes.
           
Ambos nos echamos a reír a mandíbula batiente sin dejar de acariciarnos. La última semana, con la paliza del franchute, la huida de Dani, el ataque a Leo y la inminente partida de Victoria, había sido especialmente dura y estresante. Úrsula y yo apenas habíamos tenido tiempo para estar juntos y, ahora que por fin teníamos la casa para nosotros solos, había que aprovecharlo.
           
— Marty, ahora en serio. Si no nos levantamos ya no vamos a llegar a tiempo a abrir el local.
           
— ¿Y a quién le importa? ¡Qué se jodan los borrachos del barrio! ‘Yo quiero estar con mi mujer!
           
Úrsula soltó una carcajada divertida, pero finalmente se levantó de la cama, dejándome con ganas de más.
           
— Voy a ducharme, cariño.
           
— ¿Quieres compañía? — inquirí con una sonrisa pícara, al tiempo que clavaba mis ojos en su trasero sin pudor alguno.
           
— Me temo que si nos duchamos juntos no saldremos nunca del baño… Y eso suena demasiado tentador para un lunes por la mañana.
           
— Pero…
           
— ¡Nada de peros! ¡Deja de hacer el gandul! ¡Levanta el culo y prepara el desayuno, que vamos a llegar tarde por tu culpa!
           
— Mmm, me encanta cuando te pones en plan hembra dominante, nena. No sabes lo cachondo que…

El impacto de una almohada contra mi cabeza interrumpió abruptamente mi discurso. Dando por perdida aquella batalla, aunque ni mucho menos la guerra, me levanté de la cama y me dirigí en dirección a la cocina, pero no sin antes darle una buena palmada al más que apetecible trasero de mi esposa.


Rob  
— ¿Haces algo esta noche, nena? — susurré contra su oído mientras me preparaba otro whisky doble — He pensado que tal vez te gustaría venir a mi casa a pasar un rato agradable… Tú ya me entiendes — añadí con una sonrisa cargada de… muy buenas intenciones.
           
Aquella proposición indecente y el tono de voz con el que la había formulado hicieron que hasta sus pestañas enrojecieran de vergüenza, como siempre que hacía alguna referencia, implícita o explícita, al sexo.
           
— No creo que pueda ir esta noche — replicó en un susurro, sin levantar la vista del vaso  —. Mi padre ya empieza a hacer preguntas acerca de…
           
— Me importa una mierda lo que diga tu padre — repliqué con brusquedad, empezando a perder la paciencia, como siempre que el nombre de ese gilipollas salía a colación —. Ya eres lo suficientemente mayorcita como para que tu padre controle cada uno de tus movimientos.
           
— Tú no lo entiendes, Rob — replicó ella con su hipnótica vocecilla de duende —. Soy su única hija. Él sólo trata de protegerme…
           
— ¡Joder, Anna! — la interrumpí, dando un sonoro puñetazo contra la mesa. Los clientes del local que todavía estaban lo suficientemente sobrios como para percatarse de que algo sucedía clavaron la vista en nosotros con curiosidad. No me importó. Ya era hora de poner las cosas en su sitio — ¿Por qué no le dices a tu padre de una puta vez que estamos juntos?
           
— Porque no lo estamos — replicó ella a la defensiva —. Tú eres el que no quería tener nada serio conmigo, ¿recuerdas?
           
Rechiné los dientes con hastío. ¿Cuántas veces habíamos tenido aquella discusión en la última semana?

— Quiero que me presentes a tu padre — repuse con determinación, cosa que, a diferencia de lo que habría cabido esperar con una doncella inocente y virginal como ella, la hizo estallar en sonoras carcajadas.

— ¿Tú te fumas cosas raras, verdad?

— Anna, te estoy hablando muy en serio…

Bon jour, Rob — saludó una conocida voz a mi espalda interrumpiendo mi discurso deliberadamente. Maldije por lo bajo a ese franchute desgraciado que siempre aparecía en el momento más inoportuno.

Bon jour, Armand — repliqué en mi francés chapucero antes de hacerle sitio en la barra. Anna lo miró de soslayo antes de ir a atender otro pedido al final de la barra.

— ¿Sabes si Iuta trabaja hoy? — preguntó a bocajarro, sin ni siquiera preguntarme qué tal me estaba yendo el día. Aquello, viniendo del finolis y remilgado de mi amigo, era como mínimo desconcertante.

— ¿Sabes que es lesbiana, verdad, colega? — repuse tras dar un largo trago a mi copa. El gabacho me recorrió con una profunda mirada desdeñosa antes de dejar su pesado maletín de cuero sobre la barra.

— ¿Y qué tiene eso que ver? ¿Acaso un hombre no puede tener una buena relación amistosa con una mujer, sea lesbiana o no?

— No, a no ser que la intención de ese hombre a largo plazo sea la de tirarse a la susodicha.

Armand soltó un resoplido muy poco educado ante mi respuesta mientras le hacía una señal a Anna para que se acercara.

— Señorita Anna, ¿sería usted tan amable de ponerme un café solo con sacarina, por favor?

Anna asintió con la cabeza, pero sin atreverse a mirarlo directamente a los ojos. Seguramente el recuerdo de la noche en que el franchute hizo su primera aparición en escena todavía permanecía fresco en su mente.

— Bueno — insistió con impaciencia cuando Anna hubo desaparecido de nuevo de nuestro campo de visión —, ¿entonces Iuta trabaja hoy o no?

Solté una carcajada divertida ante su “desmesurada inquietud”. Si ese idiota pensaba que derritiendo a Iuta con su cursi acento amariconado iba a conseguir meterla en su cama, iba listo.

— Creo que no. A lo mejor tiene el turno de tarde.

El franchute asintió con la cabeza, visiblemente decepcionado. Casi me dio pena verlo allí, con la cara llena de cortes y moretones, la nariz cubierta por una gruesa venda y aquellos ojos clavados en la barra desprendiendo una azul nostalgia… Casi.

— ¿No sabrás por casualidad dónde vive, verdad? — inquirió entonces, sus ojos brillando de nuevo con una luz de esperanza — Me gustaría invitarla a un café.

— ¿Pero tú eres tonto o es que te caíste de la cuna al nacer? ¡Que esa tía es lesbiana, coño! Además, como te presentes en su casa y abra su hermano, te cortará las pelotas a rodajas.

El franchute hizo una mueca de disgusto ante mi más que barriobajero vocabulario y, adoptando de nuevo su característica pose rígida y refinada, replicó:
           
— Por la cuenta que le trae a ese alemán retrasado, no volverá a ponerme una mano encima. A menos que quiera que le ponga otra denuncia. 
           
— ¡Ésa es otra! ¿Crees que Iuta va a querer tener algo que ver con el tío que ha denunciado a su hermano por agresión?
           
— ¡Ella estaba conmigo cuando esos perros me atacaron! Me acompañó al hospital y estuvo conmigo todo el tiempo. ¿Está claro de que lado está, no?

La mirada desafiante que reflejaban los ojos del franchute no me gustaba para nada. Había visto muchas veces antes ese brillo de determinación en la profundidad de su turquesa mirada y siempre acababa con el mismo resultado: Armand se salía siempre con la suya, no importaba a quiénes ni a cuántos tuviera que pasar por encima.

— Armand — comencé a decir poniéndome muy serio, cosa que llamó poderosamente la atención de mi amigo —, no sabes dónde te estás metiendo. La familia de Iuta son unos desequilibrados. Ella la primera. De verdad que no te conviene meterte en ese jardín.

Armand se quedó mirándome con perplejidad, antes de soltar una desdeñosa carcajada a mi salud.

— Esa mujercita con la que sales parece haberte frito el cerebro, amigo.

— Armand…

— Aquí tiene su café, monsieur — le indicó Anna con una sonrisa forzada, dejando su pedido en la mesa… Y a mí con la palabra en la boca.

“Seguramente estos dos se han puesto de acuerdo para no dejarme hablar hoy”, pensé con fastidio.

Merci beaucoup, mademoiselle — replicó mi amigo con una dulce sonrisa —. Por cierto, señorita, me gustaría aprovechar esta ocasión para expresarle mis más sentidas disculpas por mi inexcusable comportamiento de la otra noche. La traté a usted con una grosería inusitada por mi parte, causada, no cabe duda, por una ingesta de alcohol muy superior a la que suelo permitirme normalmente.

“¡Pero qué redicho es este tío, coño!”, grité para mis adentros.

— Oh, no se preocupe — replicó ella con timidez —. Ya está todo olvidado.

— Celebro oír eso. No habría nada que me apenara más que que una joven tan delicada y agradable como usted se llevara una errónea impresión sobre mi persona.

“¡Como no empieces a hablar como una persona normal, colega, te voy a estampar el vaso en la cabeza!”

— Anna — la llamé al tiempo que la agarraba con fuerza de la mano para que no se marchara nuevamente dejándome con la palabra en la boca —, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

— Ahora estoy trabajando.

— Pero…

— Ya hablaremos luego — replicó, al tiempo que se zafaba de mi agarre dándome un fuerte manotazo. Esa muchachita no sabía con quién se la estaba jugando…

— Armand, ¿haces algo esta tarde? — inquirí, clavando mi mirada en la espalda de esa desagradecida.

— Bueno, quería pasarme por el bar a ver si estaba Iuta.

Puse los ojos en blanco antes de girarme de nuevo hacia él.

— Olvídate de eso — repuse con firmeza y determinación —. Tenemos cosas más importantes que hacer…  

7 comentarios:

  1. Me ha encantado.
    Por una parte, ¡ufffffffffffffff!, no me has matado a Leo. Menos-mal. La reacción de Victoria ha sido perfecta. Escribes un inglés perfecto (bueno, eso no lo puedo decir yo, porque no es que tenga el mejor nivel del mundo, pero es mi opinión). Me parto con la reacción de Leo al despertarse. XDD Típico de él. Y a Vicks le falta poco para caer rendida again...
    La parte de Iuta y Armand me parece muy buena, no sabría decirte por que; pero es como si encajaran muy bien, en plan amiguetes.
    Por otro lado, no sé cuántas veces lo he dicho, pero I love Johnny y Angela. Son monísimos aunque apenas salgan en escena. x)
    Y... ¿qué me queda? Ah sí, Rob. Que me sigue cayendo fatal, pero es cuestión de gustos.
    ¡Bueno! Que en resumen me ha gustado mucho. Espero que publiques pronto. =)
    ¡Un beso!

    ResponderEliminar
  2. Alivio. Alivio everywhere.
    ¡¡LEO ESTÁ VIVO!! xD
    Amo cuando escribes en inglés y logro entenderlo sin necesidad de un dicccionario/traductor jaja :)
    Ay pues yo creo que Luta es bi xD y quiero que acabe con Armand e___e
    Respecto a Rob, opino igual que Laura TvdB jaja

    Y sobre lo de Valencia, bueno que vaya todo bien el miércoles. No deseo tanta violencia :S

    ¡Un beso!

    ResponderEliminar
  3. Que burro es este Rob necesita un buen puñetazo a la española. Leo sigue haciendo el lilo pese a que le han disparado no sabemos por qué o quién asuntos de drogas quizás. La reacción de victoria me ha parecido súper sincera y encima in english, me he divertido traduciéndolo jjajaja. Y ya por último aunque no menos importante tita Úrsula and Marty dale que te pego que maravilla jjajajaja ya se los echaba de menos.

    ResponderEliminar
  4. Uuuuuuh que pretenderá Rob ahora, creo que esta llendo muy lejos queriendo conocer al padre de Anna cuando (que yo sepa) solo quiere sexo.

    Eh de reconocer que me a aliviado que no matases a Leo, pero es un capullo de pies a cabeza!!! cada vez me cae peor ¬¬ espero que Victoria sea sensata y lo mande a la mierda cuando se recupere! ¬¬
    he echado de menos a Tom :3

    y por mi parte eso es todo, espero con ansia el siguiente ^^
    Manifestación! yo también he ido a casi todas las manis, la de hoy ha sido enorme, no cabíamos en la plaza de la reina.

    ResponderEliminar
  5. Por fin me he puesto al día :$
    El capítulo genial como siempre. Leo por suerte sigue vivo - aunque yo siempre preferiré a Tom jaja - y la reacción de Victoria... estos dos vuelven, fijo!! :)
    Angela y Johny ME ENCANTAN (L) Y espero que Iuta - que yo también creo que es bi- y Armand acaben juntos.
    Y ya para terminar, Rob me da mala espina... no sé, me parece que trama algo con respecto a Ana y su padre que no puede ser bueno...
    Un beso y publica pronto! :D

    ResponderEliminar
  6. Holaaaa!! ya estoy aquí Muhajaja, bueno, en primer lugar a mi también me encanta Vincent Cassel, recuerdo que la primera película que vi de él (que saliera él me refiero) fue Juana de Arco ^.^ Me encantó y la última la del Cisne Negro que menudo papel más pasional le dieron XDD Sí, pacto de los lobos alucinante, me encantan los detalles de la pelícla que se van desvelando a lo largo de esta. Genial.
    A lo que vamos, el capítulo no me ha parecido flojo, no sé sialegrarme o entristecerme de que Leo no haya muerto =S lo que sí tengo claro es que no me gusta que Vick siga aferrada a él y esté ahí para él cuando él quiera. Él, él, él, y más él XDD Ángela y Johny unos amorcitos, la parte final sobre los momentos íntimos me ha gustado XDD El pequeño lapsus de Marty y Úrsula también me ha encantado XDd Cuánto amor y pasión para ser Lunes por la mañana XDD El francés me sigue pareciendo un tipo gracioso y bueno, no acabo de entender el interés que tienen hacia Iuta (opino como Rob, si un tío se interesa demasiado es que quiere sexo XDD), no creo que acabe pasando nada con ellos, recordemos que ella es lesbi como bien ha puntualizado el cavernícola de Rob y bueno, no creo que puedan ser pareja. Sobr ela situación de Rob y Anna... ainsss yo no se lo presentaria al padre, es que en serio no tienen nada en común, el padre es tan conservador que hasta da miedo pensar en tenerlos juntos en una misma habitación =S Habrá que ver como termina todo XDD Voy a por la next part =P Un besote!!

    ResponderEliminar
  7. hey aqui de vuelta Naty: para empezar no he visto ninguna de esas peliculas, pero ya las vere si tu dices que son buenas...
    Me ha gustado mucho este capitulo, ya que no has matado a Leo,ahoar me dirijo a ver el prox.
    ATT:NATY

    ResponderEliminar