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"When I hear the music, all my troubles just fade away/ When I hear the music, let it play, let it play",

"Let it Play" by Poison.

martes, 2 de agosto de 2011

Capítulo XV. The Show Must Go On (Parte 2)

Tom
— Si hace una semana alguien me hubiera dicho que iba a acabar emborrachándome contigo en el bar de Marty, me habría descojonado. Y mírame ahora.
           
— A mí tampoco me hace especial ilusión estar aquí contigo, Hans. Créeme.  Pero Leonard estará demasiado ocupado tirándose a Victoria como para ser mi compañero de fatigas esta noche. Y me temo que Johnny estará haciendo lo propio con tu hermana, así que, estamos solos, colega.
           
— ¡A mi hermana no se la está tirando nadie! Johnny es sólo un amigo que…
           
— Que se la estará tirando en este mismo instante, mientras tú y yo hablamos — lo interrumpí con voz cansina. En aquellos momentos, yo estaba demasiado borracho como para darme cuenta de que diciéndole aquellas palabras a Hans podría estar firmando mi sentencia de muerte —. Colega, no seas gilipollas y despierta: Johnny está bueno; tu hermana, loca. ¡Blanco y en botella! Seguramente se lo estén montando en el sofá de tu salón…
           
— ¡No te consiento que hables así de mi hermana! — exclamó, levantándose de un salto del taburete en el que había estado sentado, con tan mala suerte que tropezó, dándose de bruces contra el suelo.  
           
Todo el mundo a cuatro mesas a la redonda empezó a descojonarse del pobre Hans, evidenciando así que no era santo de devoción de mucha gente en el barrio, y mucho menos aún en el bar de Marty.
           
— ¡Ey, tíos! Tened un poquito de consideración con el pobre chaval. ¿No veis que está como una cuba?
           
— ¡Cállate, Tom! — me gritó, al tiempo que trataba de ponerse en pie, sin éxito — No necesito que un gilipollas como tú me defienda.

— Tom, ¿qué es lo que está pasando aquí? — oí que me preguntaba la voz de Marty a mi espalda. En su tono había una mezcla de preocupación y enfado que yo conocía muy bien. Lo había utilizado en incontables ocasiones en mi presencia, con clientes del local que, después de haberse bebido su peso en whisky, habían montado alguna que otra trifulca o molestado a algún cliente. Pero ésta era la primera vez que utilizaba ese tono conmigo.  

Solté un suspiro cansado, antes de darme la vuelta para encararlo.

— Nada. Hans está un pelín borracho y se ha caído del taburete. Es algo que le puede pasar a cualquiera… Incluso a alguien tan “perfecto” como tú.

—Por lo que veo, Hans no es el único que se ha pasado con el alcohol — repuso, eludiendo deliberadamente la última parte de mi explicación, al tiempo que me recorría con una mirada de desaprobación.

— Mira, Pepito Grillo, ahora no estoy para sermones, ¿de acuerdo? En menos de cuarenta y ocho horas, mi vida se ha ido a la mierda. Necesito una puta copa. No, necesito emborracharme y después vomitar en el suelo enmoquetado de mi casa, cuyo color escogió Leonard. ¡Ni siquiera entonces ese hijo de puta me dejó escoger!

— Tom, es el alcohol el que está hablando por ti. Por favor, deja que llame a un taxi para que te lleve a casa. Ahora mismo no…

— ¡Marty, déjame en paz! No necesito tu ayuda. No necesito la ayuda de nadie — repliqué, poniéndome en pie, no sin cierta dificultad —. Siempre que he confiado en alguien, me han dado la patada. ¡Estoy harto!

Apenas era consciente de que todo el local había desviado su atención hacia nuestra pequeña disputa, riéndose algunos, cuchicheando otros. Nada me importaba en esos momentos. El alcohol en sangre es sin duda una fuerza más poderosa que la vergüenza o la integridad, y en aquellos momentos había nublado el poco juicio que yo tenía de por sí. 

— Si quieres que me vaya de tu mierda de local, pues muy bien. Así lo haré — continué, agachándome para ayudar a Hans a que se levantara.

— ¡Ni me toques, Tom! — me gritó el alemán furioso, cuando hice ademán de cogerlo del brazo.

— ¿Lo ves, Marty? ¿Ves lo que pasa cuando intento ayudar a alguien?

— Tom, haz el favor de calmarte. Deja al menos que te lleve a casa…

— ¡A la mierda! — grité totalmente fuera de mí — ¡A la mierda todo!

Medio minuto después, estaba fuera del local, vomitando en el jardín de una insoportable vecina que en más de una ocasión se había quejado del ruido del local.

— Ey, colega, ¿te encuentras bien? — oí que me preguntaba una voz femenina tras de mí.

Me di la vuelta para mirarla directamente a la cara, y así poderla mandar a tomar viento fresco como Dios manda, pero me contuve a tiempo.

— Yo… Bueno, lo cierto es que posible que haya bebido más de la cuenta.

La chica rubia soltó una sonora carcajada ante mi respuesta, al tiempo que me tendía su mano para ayudarme a levantarme.

— Sí, eso parece. Por cierto, me llamo Diana.


Hans
— Hans, espero que tú te comportes de una manera menos irresponsable que Tom y dejes que te lleve a casa — me dijo Marty, extendiendo su mano hacia mí para ayudarme a levantarme.
           
— Sí. Johnny se irá pronto a su casa, si es que no se ha ido ya, y no quiero que Angela esté sola en estos momentos.
           
Cuando estuve de nuevo estuve en pie, Marty sacó del bolsillo trasero de sus pantalones las llaves del coche, antes de decirle a una de las camareras:
           
— Volveré en seguida, Anna. Mientras tanto, tú te encargas del local. ¿Crees que podrás hacerlo?
           
— Yo, no sé si…
           
— Lo harás muy bien. Ya lo verás.
           
Tras conseguir dejarle el marrón del bar a aquella menuda camarera de acento raro, Marty y yo salimos del local hacia el aparcamiento. De lejos, vimos a Tom charlando con una rubia despampanante en frente de la casa de la señora Reynols, una vieja cotilla cuyo deporte favorito era incordiar a los clientes del bar.
           
— ¿Crees que estará bien? — le pregunté a Marty, sintiéndome un poco culpable de repente.
           
— Claro. Tommy ya es mayorcito y sabe cuidarse solo.
           
— Si tú lo dices — repliqué con sarcasmo, antes de sentarme en el asiento del copiloto del coche de Marty.

Mi ex-jefe soltó un suspiro cansado, ése que todo el mundo suelta cuando quieren armarse de paciencia para lidiar con las tonterías de un loco. Después se metió en el coche y puso la radio a todo volumen. Capté la indirecta al instante: no quería entablar ningún tipo de conversación, por pequeña que fuera, conmigo.


Angela
Me desperté de nuevo a media noche. Estaba tumbada en mi cama, aunque no podía recordar cómo había llegado hasta allí. Mi edredón negro de plumas me cubría hasta el cuello y un brazo me agarraba con fuerza por la cintura. Me di la vuelta con cuidado, para descubrir a Johnny, durmiendo plácidamente a mi lado. Sí, cuando estaba dormido casi parecía una persona decente.

Le acaricié dulcemente su abundante melena castaña. Era tan adorable como un ángel. Y era todo para mí.

Coloqué suavemente mi cabeza sobre su pecho. No quería despertarlo, pero al mismo tiempo necesitaba sentirlo contra mi piel. Respirar su aroma, embriagarme de él.

— ¿Angela? — inquirió con voz pastosa. Mis intentos por no despertarlo habían fracasado estrepitosamente.

— Hola — repliqué, a sabiendas de que aquella respuesta era de lo más estúpida.

— Cariño, deberías descansar. Has tenido un día muy duro.

La sensación que azotó mi cuerpo cuando pronunció el apelativo “cariño” con tanta ternura fue indescriptible. Me abracé a él con fuerza, deseando que ese momento durara eternamente. Y aunque sabía que me estaba comportando de forma posesiva con Johnny, no podía evitar hacerlo. Después de todo, ¿era la inestable de la familia, no?    

— Lo sé. Me acabo de despertar.

Johnny me dio un beso en la coronilla, al tiempo que me acariciaba la espalda suavemente.

— ¿Sabes? Has cambiado mucho desde que conocí, el día de la boda de Michael. Y eso que sólo ha pasado una semana…

— Tú me has hecho cambiar, Angela — contestó él, mirándome intensamente a los ojos, antes de inclinarse sobre mí y besarme tiernamente.
           
— ¿Te apetece ver una peli? —le sugerí cuando nuestros labios se separaron —. Lo cierto es que no tengo mucho sueño.
           
— Angela, son más de las doce y…
           
— Y mañana no tenemos que madrugar. Venga, por fa… — le supliqué, poniéndole ojitos de cordero degollado.
           
— Angie, estoy muy cansado. Necesito dormir.
           
— Una peli corta, por favor — le supliqué, poniendo voz de niña pequeña —. Te prometo que mañana te lo compensaré.
           
— ¿Ah, sí? — replicó él con una sonrisa maliciosa— ¿Y cómo piensas hacerlo? — inquirió, acariciando mi trasero por encima del edredón.
           
Fue entonces cuando su fama de mujeriego empedernido me vino de nuevo a la mente. ¿Y si no había cambiado realmente? ¿Y si sólo quería acostarse conmigo y después dejarme como si tal cosa? Ahora entendía por qué mi hermana se había hecho lesbiana. Los hombres eran todos unos cerdos.

— ¿He dicho algo malo, cariño? — preguntó preocupado, al tiempo que acariciaba mi mejilla dulcemente.

— No voy a acostarme contigo, Johnny — le solté de golpe, sin poder contener mis palabras. Sin embargo, al ver la mueca de confusión que se había formado en su rostro, decidí hablarle con más calma —. Lo que quiero decir es que todavía no estoy preparada para… En fin, para hacerlo. Y aunque lo estuviera, yo no soy como la clase de chicas con las que seguramente estás acostumbrado a salir. Yo soy una señorita. 

A diferencia de lo que yo esperaba, mi respuesta pareció enfadar a Johnny sobremanera, ya que cuando acabé mi discurso, replicó en tono ofendido:

— ¿Ése es el concepto que tienes de mí, Angela? ¿Crees que sólo quiero acostarme contigo? ¿Crees que te hubiera cuidado todos estos días si sólo hubiese querido sexo? ¿Crees que estaría ahora aquí si eso fuera lo único que me interesa de ti?

— Bueno, dado tu historial…

— ¿Mi historial? ¿Y qué me dices del tuyo? Si tuviera que basar nuestra relación en lo que la gente me ha contado de ti, ni te saludaría por la calle.

Un nudo se me hizo en la garganta al oírle pronunciar aquellas palabras. Y aunque me había parecido que mis ojos se habían secado ya de tanto llorar en los últimos días, una lágrima se deslizó por mi rostro. Pero a diferencia de las que había derramado por mi padre, ésta era una lágrima de felicidad.

— Entonces, ¿me quieres de verdad? — pregunté, todavía algo insegura.

— Pues claro que sí, Angela. Creí que ya había quedado claro esta tarde — replicó él, con una sonrisa, apresándome con fuerza entre sus brazos.

— Yo también te quiero, Johnny — susurré contra su pecho —. Eres la única razón por la que sigo viva.

Johnny no respondió. Seguramente se dio cuenta de que cualquier palabra fuera de lugar habría roto la magia de un momento tan especial. Sin embargo, a pesar de nuestros intentos porque eso no ocurriera, el sonido del motor de un coche nos sacó de nuestras ensoñaciones. Deshice nuestro abrazo y me asomé a la ventana para ver de quién se trataba. Ahogué un grito. Después de su “escapada romántica”, Iuta volvía por fin a casa.

7 comentarios:

  1. la que se va a liar cuando luta se entere... y quiero estar presente cuando eso pase xDDD
    me a encantado la parte de angela y johnny

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  2. Mi pobre Tom... Athenea arregla eso!! Mi Tom no puede estar asi D:
    Uhh Iuta a vuelto, estaba deseandolo. Tiene muchas cosas que descubrir, espero que sea fuerte.

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  3. W-O-W. Me ha parecido no sólo uno de los mejores capítulos que has escrito, sino que encima tiene un toque de "algo"... no sé. Pero me ha encantado, de verdad. Sobre todo la parte de Angela y Johnny. En cuanto a lo de Tom... pobrecillo, ¿no? Y Iuta, ahora, cuando se entere... uy! Pobre... total, no me enrollo más. Ha sido un capítulo genial. ¡Un beso! :)

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  4. Madre mia... Iuta se va a poner super mal cuando se entere de lo de su padre T.T pobre!!! Y Hans y Tom?!?! Quien lo hubiera dicho? Vaya par... y hablando de pares, Diana.... Suena muy prometedor eh!! XDDD Johnny es un cielo y vaya!! Ya han aclarado el punto más complicado de su relación, lo loca que está ela y lo mujeriego que parece XDD Un gran capítulo, me ha encantado!! ^^

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  5. ¡Siento llegar tarde! Pero bueno, aquí estoy:
    Me da pena Tom. Cómo ha acabado. No sé, es triste. Le tiene celos a Leo (y con razón), pero debería aceptar que esté con Vicky. Aunque le duela.

    Por otro lado me da pena Iuta. Cuando se entere de lo de su padre, le va a dar algo y se va a sentir terriblemente culpable, seguro.

    Y con respecto a Johnny y a Angela... Bueno, ya sabes que me encantan y aunque sean una pareja un tanto... "inestable", creo que les espera un bonito futuro por delante. :)

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  6. Wow, pobre Tom, está destrozado, no le está sentando nada bien que Leonard este con Victoria...
    Y por fin llegó Iuta, estoy deseando saber lo que pasa ¡Publica pronto el próximo! Un beso ^^

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  7. Se va a liar parda. Estúpida la reacción de Tom liándose a copazos y nada menos que con Hans, él sí que esta chungo, el pobre.

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